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Conmemoración Víctimas Holocausto: perfil grafologico Oskar Schindler

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Como ya sabéis, el pasado 27 de enero, Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto se celebró el aniversario de la liberación de Auschwitz.

Según la página web de Naciones Unidas:
“ El 1º de noviembre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 60/7 en la que designó la fecha del 27 de enero Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto.
Tras la aprobación de la resolución, el Secretario General de las Naciones Unidas describió este día especial como "un importante recordatorio de las enseñanzas universales del Holocausto, atrocidad sin igual que no podemos simplemente relegar al pasado y olvidar".
Los horrores de la segunda guerra mundial dieron lugar a la creación de las Naciones Unidas. El respeto de los derechos humanos de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, es uno de los mandatos fundamentales previstos en su Carta. Al inaugurar el Museo de la Historia del Holocausto en Yad Vashem (Israel) en marzo de 2005, el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, recordó que "la repulsa al genocidio, al asesinato sistemático de seis millones de judíos y millones de otras personas fue también uno de los factores que promovieron la Declaración Universal de Derechos Humanos". El Secretario General agregó que "las Naciones Unidas tienen la responsabilidad sagrada de combatir el odio y la intolerancia. Si las Naciones Unidas no están a la vanguardia de la lucha contra el antisemitismo y otras formas de racismo, niegan su historia y socavan su futuro ".
El 27 de enero fue elegido para conmemorar el Día Internacional de Recordación del Holocausto porque en esa fecha, en 1945, el ejército soviético liberó el mayor campo de exterminio nazi, en Auschwitz-Birkenau (Polonia). Varios países conmemoran ya este día para recordar a las víctimas del Holocausto.”

Y para unirnos a la conmemoración, comparto con vosotros un artículo de Sandra Cerro, de quién ya habéis leído en este blog en otras ocasiones, en el que nos muestra el perfil grafológico de Oskar Schindler, Justo de las Naciones.
“Esta es la historia de un hombre osado, ambicioso, hedonista, ansioso de poder hasta el punto de repartir patadas a todo personaje u obstáculo que se le pusiera por delante y le impidiera alcanzar sus objetivos. 
Es la historia de un hombre autoritario, crítico, rebelde, terriblemente independiente, audaz, carismático, despilfarrador, con merecida fama de mujeriego y de oscuro negociador y embaucador sin escrúpulos.
Y es la historia de un hombre valiente, generoso, leal, de valores firmes; la historia de un hombre justo, de un “Justo de las Naciones”... Oskar Schindler, el hombre que salvó la vida a 1200 judíos durante el Holocausto nazi.”

Así comienza el artículo del perfil grafológico de Oskar Schindler.

Doble moral, corazón noble, convencido de sus habilidades para conseguir todos sus deseos sea cual sea el precio, seductor, astuto negociador o estratega, son algunos de los rasgos de su personalidad explicados por Sandra Cerro en este documento, sobre un hombre que, por su análisis grafológico podríamos decir que era de poco fiar… pero que sin embargo, salvó la vida de 1200 personas.
Podéis leer y descargar el documento entero pinchando en la imagen:


Por su parte, la Casa Sefarad-Israel organizó en paralelo al Acto Oficial, el pasado día 25, un seminario centrado en “Las resistencias judías a la opresión nazi”, en el que abordaron la resistencia en Francia y Polonia con los testimonios de Georges Loinger, superviviente del Holocausto y Presidente de la “Association des Anciens de la Résistance juive” de Franci, y Chavka Raban, superviviente de Auschwitz que actuó como enlace entre los resistentes de los guetos, cerrando la conmemoración con el Acto de Estado, ceremonia que, promovida por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación con el impulso de Sefarad-Israel, tuvo lugar por primera vez en el Senado.

Hago mío el llamamiento que hizo Pío García-Escudero, a mantener "siempre viva la llama de la memoria" y de lo que representó el Holocausto.
  
"Quien salva una vida, salva al mundo entero" Oskar Schindler
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Feliz Verano con un Legado de Esperanza.

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Aprovechando el verano, voy a hacer una parada en las publicaciones del blog.

En todos los meses de vida de este blog, habéis sido muchos los que habéis pasado por aquí, unos se fueron, otros os habéis quedado, y otros van y vienen, pero a todos y cada uno de vosotros no puedo más que agradeceros la acogida que ha tenido el blog, todo lo que me habéis aportado y enseñado, y el apoyo y la motivación que he recibido constantemente. Solo tengo buenas palabras para absolutamente todos. Os pensaba nombrar, pero sois tantos, que corro el riesgo de dejarme a alguien fuera, y no sería justo.

La temática del blog es dura, hemos visto horrores, pero también luces en la oscuridad, hemos comentado muchas veces que el hombre es el peor enemigo del hombre, pero también que hasta en los peores momentos hay gente con un enorme corazón, y para no salirme del todo de la temática, como despedida os dejo un documental de 10 minutos, llamado "El Legado de Esperanza", que a través de tres supervivientes de Auschwitz, nos transmite esa esperanza en el futuro, en el que hechos como el Holocausto no se vuelvan a repetir, sabiendo que está exclusivamente en nuestras manos.

Con las fotos de mis queridos Óscar (playa) y Miguel Ángel (campo y ciudad), quienes han estado conmigo en los buenos y malos momentos desde el principio, os quiero desear que paséis un feliz verano, descanséis, disfrutéis y desconectéis del día a día en vuestras vacaciones , pero....

sean en la ciudad o lugar de residencia,


sean en la playa


o en el campo


no olvidéis las palabras del documental: poned toda vuestra energía en crear una vida positiva y significativa. La tolerancia y el respeto por los demás debe ser la guía para vivir en armonía unos con otros. Y dejad que todo lo que hemos visto en este blog influya en cómo vivimos nuestras vidas hoy.

Y con permiso del resto, gracias especialmente a aquellos que habéis pasado a formar parte de mi vida, más allá del blog, por todo lo que me habéis aportado.

No tengo clara la fecha en la que retomaré las publicaciones, pero, siempre que me sea posible, continuaré pasando a visitaros cuando publiquéis vosotros.

El documental está en inglés, os dejo la traducción para quienes no lo entiendan.


2010 es el 65 aniversario del final del Holocausto.
Los supervivientes continúan para recordarnos lo que podemos aprender de sus experiencias.
Hablan de dolor y pérdida, de fuerza y supervivencia
y su deseo de un legado de esperanza.

Ben Helfgott: 
Tuve una infancia feliz. Tenia dos hermanas, y unos padres cariñosos
con una familia extensa a la que tenía mucho cariño.
Mi padre tenía un molino de harina en Piotrkow Trybunalski, Polonia.
Pero lo que más recuerdo era la vitalidad y el dinamismo
tan característicos de la época.
Pero todo eso cambió en septiembre de 1939
cuando los nazis entraron en mi ciudad natal y nos ordenaron mudarnos a una zona cerrada.
Nos obligaron a vivir en condiciones terribles.
Las deportaciones comenzaron el 14 de octubre de 1942 y duraron 7 dias.
Un reinado de terror siguió en el gueto.
Un día, los nazis detuvieron 530 personas, incluídas mi madre y mi hermana Lusía
que solo tenía 8 años.
Los mantuvieron en la sinagoga 2 semanas, antes de marchar al bosque cercano, y dispararles.
Mi infancia acabó en el gueto.

Los guetos eran lugares temporales donde los nazis controlaban a los judíos.
De allí, los iban a deportar a los campos de concentración y de exterminio.

Lily Ebert:
Cuando era una niña mi madre me dió un pequeño colgante de oro que yo apreciaba mucho.
Antes de que los nazis nos llevaran al campo de muerte, mi hermano lo puso en el tacón de mi zapato.
Mi familia, conmigo, fue llevada y metida en un tren de ganado.
Nos metieron en un vagón, unas 70 personas, hombres, mujeres, niños y bebés.
Estabamos muy apretados.
Pusieron dos cubos dentro,
uno con agua, otro para los desechos humanos.
Cerraron la puerta, y así viajamos 5 días.
Los guardias nos había dicho que entregásemos todas nuestras pertenencias, especialmente el oro y la plata.
Te mataban si no lo hacías.
En colgante en mi zapato se quedó en secreto.
Cuando nos dejaron salir del tren de ganado ¡estábamos tan contentos de ver la luz de sol de nuevo!,
sin embargo nuestro alivio duró poco. Habiamos llegado a Auschwitz-Birkenau.
El oficial SS, Dr. Mengele estaba esperando con un palo en la mano.
Con un movimiento de su mano el Dr. Mengele tenía el poder de la vida y la muerte.
Mi madre, hermano y hermana fueron enviados directamente al crematorio.


Auschwitz-Birkenau fue el campo de concentración y muerte más grande del imperio nazi.
Casi cada día la gente era asesinada en sus cámaras de gas y sus cuerpos incinerados.
Los nazis construyeron campos de concentración y exterminio por toda Europa
con el propósito de asesinar a toda la comunidad judía.
Muchos otros grupos que no se ajustaban al ideal nazi también fueron perseguidos y asesinados.
Estos inlcluían polacos, prisioneros políticos, gente de las naciones eslavas,
prisioneros de guerra soviéticos, gitanos,
personas discapacitadas, gays y lesbianas,
testigos de Jehová y alemanes negros.

Iby Knill:
Soy cristiana
fui arrestado en Hungría por formar parte del movimiento de resistencia contra el odio nazi
Cuando llegamos a Auschwitz, aquellos de nosotros que no fuimos enviados inmediatamente para ser gaseados
fuimos empujados a una gran sala
nos dijeron que nos quitásemos toda la ropa menos los zapatos
nos sentaron en banquetas y afeitaron el pelo de todo nuestro cuerpo
mientras los guardias SS rondaban, y se reían y burlaban de nosotros.

Nos empujaron luego a otra sala donde fuimos duchados con agua fría.
Una vez a la semana marchábamos para ser descontaminados.
Eso significa que eramos duchados y nos daban otro set de ropa profundamente desinfectada.
La unidad de ducha y las cámaras de gas parecían la misma,
por lo que nunca sabías si ibas a ser gaseado o duchado.
Una vez, de camino a las duchas, vi un grupo de mujeres gitanas con sus ropas tradicionales
rompiendo piedras por el borde de la carretera
No me di cuenta que ellas eran también víctimas.
Fue solo mucho tiempo despues de mi liberación cuando me enteré de los numerosos grupos diferentes
que habían sido enviados por los nazis a morir en los campos de concentración.

Cuando la armada soviética liberó Auschwitz-Birkenau en enero de 1945
se descubrió el alcance del horror.
Los campos de concentración fueron liberado uno a uno por las tropas aliadas.
Los oficiales SS intentaron ocultar los que pasaba destruyendo las cámaras de gas y quemando los registros
pero no pudieron borrar la verdad de la memoria de los que sobrevivieron.
Un pequeño número de supervivientes de campos de concentración, rehicieron sus hogares en Inglaterra tras el Holocausto.
Se unieron muchos otros refugiados que huyeron de Europa antes de la guerra, incluidos los que llegaron de niños en los transportes de niños.

Mis dos hermanas también sobrevivieron a Auschwitz y ahora viven en Israel.
A pesar de todo el sufrimiento, mantuvimos la esperanza porque sin esperanza habríamos perecido definitivamente.
Esperabamos contra todo pronóstico, y esto nos dio la posibilidad de supervivencia.
Este pequeño colgante es la única posesión superviviente que tengo de casa,
y lo llevo en memoria de la familia que perdí.

No albergaba venganza ni odio.
Puse toda mi energía en crear una vida positiva y significativa.
En cuestión de 9 años tras mi liberación, había consolidado mi vida profesional
además de convertirme en campeón de levantamiento de pesas británico.
Representé a Inglaterra, mi país adoptivo, en muchas competiciones internacionales.
Viajé por el mundo e hice muchos amigos de diferentes países y culturas.
La tolerancia y el respeto por los demás debe ser la guía para vivir en armonía unos con otros.

Sigo siendo un miembro activo de mi iglesia.
Espero que las generaciones futuras puedan dar una cariñosa amabilidad
y se ayuden unos a otros cuando sea posible.

Desde el fin del Holocausto, otras sociedades han sido víctimas de genocidios
en Rwanda, Bosnia, Camboya y Darfur.
Este año, en el dia de la conmemoración del Holocausto, vamos a comprometernos a escuchar los recuerdos de los supervivientes
y dejar que sus palabras influyan en cómo vivimos nuestras vidas hoy.
Podemos luchar por una sociedad inclusiva en la que celebrar las diferencias.
Podemos trabajar en crear un futuro libre de los peligros de la exclusión y la persecución.
Todos podemos aprender de los supervivientes del Holocausto y formar parte del Legado de Esperanza.

¡Un beso enorme! y hasta la vuelta.

" Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza." - Alfred Tennyson
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Shlomo Venezia, superviviente de un Sonderkommando

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Shlomo Venezia, judío sefardita nacido en Salónica, es uno de los poquísimos supervivientes que quedaron de un Sonderkomando. Con motivo del homenaje “Memorias cruzadas. Memorias compartidas. Memorias del otro”, estuvo en Madrid y nos dejó su testimonio que os traslado tal cual nos lo contó.

Cuando le ves por primera vez, no puedes ni imaginar que alguien con un gesto tan dulce, y una sonrisa permanente en su cara, ha podido vivir semejante horror. Solo cuando le escuchas dar su testimonio, y ves su mirada en ese instante, a la vez que controla la emoción que le llena en algún momento concreto, es cuando te das cuenta de la fuerza que tiene para haber convivido con ello en su interior todos estos años.

En abril de 1943, antes de haber cumplido veinte años, Shlomo fue deportado al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, ingresando con el número de matrícula 82.727.

Los trenes, de toda Europa, cargados de judíos, llegaban a Auschwitz II, un punto en el que los deportados no veían nada, a pesar de que estaba a 800 metros de Birkenau, y a dos km. De Auschwitz. En la rampa a la que llegaban era donde se hacía la selección.

Tras 11 días de viaje en los que Shlomo iba con su madre y sus hermanos, su tren llegó a la rampa, y en cuanto se abrieron las puertas del vagón Shlomo saltó fuera para ayudar a su madre y que no se hiciera daño al bajar, cuando de repente, sintió cómo le daban golpes con un bastón en la cabeza, y al girarse, vio a los alemanes, provocando confusión para que la gente no se enterara de dónde habían llegado ni qué pasaba. En esos segundos en los que Shlomo se giró, perdió de vista a su madre, y no volvió a verla más.

Después, se hacía la selección. Aunque en los archivos de Auschwitz figura que en el grupo de Shlomo había unas 2.500 personas, él sabe que había más. De su grupo, cogieron unas 13 chicas jóvenes y hombres entre 18 y 40 años, y al resto los gasearon.

Al 90 o 92% de los judíos que llegaban, los mataban de forma inmediata, y a veces llegaban todos muertos (o tenían tal saturación que dejaban allí los vagones y la gente moría dentro). El número final dependía de cuántos necesitasen para trabajar. En su grupo, estaban su madre y hermanas, y solo se salvaron Shlomo, su hermano y 1 hermana en edad de trabajar...

Una vez hecha la selección, pasó por las fases de rapado, ducha, tatuaje y cuarentena, y, estando en la cuarentena, a las 3 semanas, apareció un SS solicitando 80 personas para trabajar, preguntándoles qué sabían hacer. Shlomo, después de ver cómo les rapaban, respondió que era barbero, y un amigo con el que estaba, que era banquero, respondió que era dentista, pensando que les llevarían a trabajar de lo que habían dicho, con la esperanza de trabajar en un lugar resguardado del frío.

En esas fechas, llegaba un cargamento de 420.000 húngaros, y necesitaban aumentar el número de presos en los Sonderkommandos.

Seleccionaron a los 80 presos, y les llevaron a una sección entre las barracas 9 y 11, donde Shlomo encontró a un judío polaco. Shlomo hablaba Yidish, y el polaco, alemán, pero se entendieron. El polaco le preguntó si tenía hambre, Shlomo llevaba dos días sin comer, le dio un trozo de pan blanco, y empezó a contarle que estaba allí para ser Sonderkommando (Sonder: especial). Shlomo, sin saber de qué le hablaba, preguntó si allí les darían de comer, y el polaco le respondió que en el campo, todos tenían la misma ración, excepto los Sonderkommando que tenían algo más de comida.

A continuación, Shlomo preguntó dónde trabajarían, y el polaco le informó que en los crematorios. Shlomo, el único muerto que había visto en su vida hasta ese momento fue su padre, y ni siquiera sabía que se podía quemar un cuerpo, con lo que preguntó qué eran los crematorios...

Esta persona, también le dijo que cada 3 meses se hacían una selección entre los propios Sonderkommando.

Mientras permanecieron en las barracas, el kapo les mantuvo fuera, no les dejó entrar a ver la realidad sobre dónde trabajarían.

Allí no te podías negar, era un trabajo que tenías que hacer. La impresión de alguien que nunca había visto un cadáver, rodeado de tal cantidad de repente, es horrible.

Venezia trabajó primero en el crematorio número 2, y después en el 3.

Familias enteras llegaban allí para morir. Les decían que era simplemente una ducha, para que entraran en la cámara, que les darían una casa, y que los hombres irían a trabajar al día siguiente mientras las mujeres estarían con sus hijos. Pero los que se daban más cuenta de lo que estaba pasando eran los niños.

En la cámara de gaseamiento, entraban unas 1.800 personas. Una vez los metían, un SS cerraba la puerta, cogía un bote de Zyklon B, y lo echaba por la parte superior. En 10 o 12 minutos, ya no se oía nada más.

Después, llegaban los Sonderkommando para recoger los cadáveres, y llevarlos entre dos a un foso situado a unos 15 metros, y otros se encargaban de quemarlos.

Este fue el primer contacto de Shlomo con su trabajo real. Su primera experiencia con la realidad de los SS, fue el día que el comandante Moll (Otto Moll era el supervisor de las cámaras de gas) mientras estaban trasladando los cadáveres, llegó hablando en alemán, gritando e insultando, y un amigo de Shlomo entendió que uno de ellos iba a morir.

Su amigo se había quedado impresionado con un muerto en las manos. Le pidió que se espabilara, pero el amigo siguió paralizado, hasta que llegó el alemán y le empezó a apalear. El preso, según Shlomo, no estaba bien de la cabeza, y siguió inmóvil, y erguido, y teniendo en cuenta que los alemanes siempre querían que los presos les suplicaran y se doblegaran, le siguió apaleando, y al ver que éste seguía en pié, sin reacción, cuando se cansó de apalearle, le pegó un tiro.

Shlomo pasaba por allí, y al verle, el alemán le llamó para que lo recogiera y le llevara a quemarlo. Shlomo lo hizo, y al marcharse, recibió el alto. Le dijeron que solo se quemaba la persona, todo lo que llevaba puesto era del III Reich.

A partir de ese momento, comenzaron a pensar que “uno que se está muriendo tiene más suerte que ellos viviendo aquello” (tenían más suerte los que morían que los que vivían allí).

Escuchad este fragmento con sus propias palabras:

Antes de la “ducha”, les decían a los prisioneros que tenían que poner juntos los zapatos, colgar la ropa “para que no se perdiera”, y la gente se lo creía. Al menos hasta que había entrado en la cámara de gas la mitad del grupo.

Primero metían a las mujeres y los niños, y los últimos eran los hombres. El último grupo de 40 o 50 hombres, tenían que empujar para entrar, porque ya no cabían. Les metían como si fueran animales. Cuando el SS cerraba la puerta, la gente gritaba pidiendo ayuda, y muchos de ellos morían antes de “la ducha”, aplastados.

Como Shlomo había dicho que era barbero, a él le dieron unas tijeras, y su función era cortar el pelo de todas las mujeres que gaseaban.

Al principio, no podían comer pensando que con las mismas manos que estaban cogiendo el pan, tocaban los muertos, pero a las 3 semanas, eran autómatas. Se acababan habituando, y “el hombre se convierte en un animal”.

Cuando los alemanes vieron la indiferencia de Europa ante lo que estaba sucediendo, decidieron ir a por los judíos de toda Europa. En los crematorios, en la cámara de gas grande, tenían un aforo de unas 1.400 personas, y los alemanes metían allí unas 1.800.

Tras el gaseamiento, el SS miraba por la mirilla, y al verles a todos muertos, abría las puertas de la cámara, donde los Sonderkommando se encontraban con un metro y medio de cadáveres apilados, y agarrados unos a otros, lo que hacía muy difícil la tarea de sacarlos de allí.

Los sacaban, actuaban los barberos y dentistas, y los trasladaban hasta una foso, y de allí al montacargas donde iban poniendo los cadáveres para subirlos a los 5 hornos que había, con 15 “aberturas para quemar” cada uno. Allí trabajó el hermano de Shlomo, porque había que ser muy fuerte para estar en esos puestos. Cogían los cadáveres y los metían en los hornos, pero antes tenían que mojar todo bien con agua porque si no, del calor, los cuerpos se pegaban al metal.

Ya al final de la guerra, los alemanes los querían eliminar a todos. Un día, cogieron un grupo de unas 400 o 500 personas del campo, y les llevaron al crematorio para matarlos.
Shlomo, de repente oyó que lo llamaban, pero no reconoció la voz. Se dirigió hacia el prisionero, y éste le abrazó, preguntándole ¿no me conoces?. Era León Venezia, su primo.

León le suplicó ayuda, y Shlomo le contestó que no sabía que iba a ser de ellos, que ninguno saldría para contarlo. Aún así, intentó interceder ante el SS, preguntándole si había alguna posibilidad de hacer una excepción con su primo, pero el alemán le respondió: “Alles sind equal” (Todos son iguales).

Shlomo le preguntó a su primo si tenía hambre, fue a su cama, cogió algo de comida y se la llevó. León se la comió de golpe, y empezó a preguntarle cómo se moría, a lo que Shlomo, para tranquilizarle, le dijo que no se preocupara, que no se iba a enterar, que no duraba ni un minuto.
Estuvo con él hasta que el alemán les empezó a llamar, y para que no les apalearan, Shlomo llevó a su primo hasta la cámara. A continuación, los compañeros de Shlomo le sacaron de allí para que no viera a su primo muerto.

La avalancha de Húngaros que llegó a Auschwitz fue lo que permitió que Shlomo sobreviviera, pues los nazis no tuvieron tiempo de volver a seleccionar y formar a más Sonderkommandos. Permaneció allí casi 9 meses trabajando, hasta que pasó a formar parte de la “marcha de la muerte” a Mauthausen.

Shlomo perdió allí a su madre y sus dos hermanas pequeñas, nada más llegar. Sobrevivieron su hermana mayor y su hermano.

Tras la liberación, estuvo siete años en un sanatorio para aprender a tener contacto con personas “normales”. Después trabajó 27 años en un hotel, se casó, ha tenido 3 hijos y seis nietos.

Y tras este homenaje, y de vuelta a su casa, al igual que el resto de veces que acude a alguna parte a contar su testimonio, Shlomo debe permanecer unos días aislado sin hablar con nadie para recuperarse.

La editorial RBA Libros, acaba de publicar el libro de Shlomo Venezia, “Sonderkommando”, donde podéis leer su testimonio y sus vivencias.


"Hay que recordar para construir el futuro" - Shlomo Venezia

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Los Sonderkommando

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Antes de contaros el testimonio de Shlomo Venezia en el homenaje del pasado mayo, vamos a conocer qué eran los Sonderkommandos y cuáles eran los procesos de gaseamiento.

Los Sonderkommandos (o comandos especiales), eran unidades de trabajo formados por judíos, hombres, seleccionados para trabajar en las cámaras de gas y en los crematorios en los campos de concentración nazis.

Se les mantenía separados del resto de los prisioneros, totalmente aislados, para que no pudieran dar detalles sobre lo que allí sucedía, y no alertaran a los prisioneros que iban a ser exterminados en las cámaras de gas.

Estos hombres, desde el momento de su asignación, estaban también condenados a muerte. Eran los primeros testigos que los SS querían eliminar, por lo que los cambiaban a intervalos regulares, y el primer trabajo de los Sonderkommando generalmente era deshacerse de los cadáveres de los anteriores miembros.

El Sonderkommando tenía que "ayudar": desnudar los presos antes de entrar en la cámara de gas, quemar los cuerpos y después deshacerse de las cenizas. (A veces tenia que matar a miembros de su propia familia)

Después de la gasificación, el Sonderkommando tenía que limpiar la cámara de gas y clasificar los restos de los muertos, como su ropa. También eliminaban los dientes de oro de los cadáveres, y el pelo.

Gozaban del privilegio de una ración extra de comida y, ocasionalmente, bebidas alcohólicas.

El Sonderkommando más numeroso fue el de Auschwitz-Birkenau. Allí, algunos miembros, conscientes de su inminente muerte, dejaron testimonio de lo que vivían a través de manuscritos que ocultaron a conciencia para que no se perdiera la información de lo que sucedía. La mayoría de estos manuscritos están bastante fragmentados y degradados por las condiciones de conservación hasta su desenterramiento, pero 3 de ellos sobresalen por su conservación y calidad de escritura, los de los judíos polacos Zalmen Gradowski, Lejb Langfus y Zalmen Lewenthal. Especialmente excepcional es el documento elaborado por Zalmen Gradowski, desenterrado el 5 de marzo de 1945 en las excavaciones cercanas al crematorio III de Birkenau realizadas por una comisión de investigación soviética. Este documento consta de dos manuscritos: un cuaderno de 14,5 x 9,5 cm y 91 páginas numeradas (de las que se ha perdido una docena), y un segundo manuscrito de dos páginas fechadas el 6 de septiembre de 1944.

Gradowski, en el llamado “Segundo Manuscrito”, nos describe las escenas de la preparación al gaseamiento de un grupo de deportados del campo checo de Theresienstadt (Terezín), mayoritariamente constituido por mujeres, el proceso de vertido del Zyklon B, la extracción de los cadáveres y su tratamiento final, y la cremación:

En la sala donde se desnudan

En la amplia y profunda sala hay doce pilares que sostienen el edificio; ahora está brillantemente iluminada por una intensa luz eléctrica. Alrededor de las paredes y los pilares hay bancos con colgadores que hace ya tiempo han sido dispuestos para que las víctimas dejen en ellos sus ropas. Encima del primer pilar, un cartel clavado en el que puede leerse en varios idiomas que se ha llegado a los “baños” y que todos deben quitarse la ropa para que sea desinfectada.

Hemos coincidido con ellas, con las víctimas, y, petrificados, intercambiamos miradas. Saben todo, comprenden todo: que no son baños, y que esta sala es el corredor de la muerte.

El lugar va llenándose de gente sin cesar. Siguen llegando camiones con nuevas víctimas, y a todas las engulle la “sala”. Estamos ahí, aturdidos, y somos incapaces de decirles una palabra. [...] En el momento en que se desvistan y queden como su madre las trajo al mundo, perderán su última defensa, el último sostén del que ahora penden sus vidas. Y por eso no tenemos el coraje de decirles que se desnuden lo más rápido que puedan. Que aún permanezcan un momento, un instante más dentro de su coraza, arropadas por la vida.
La primera pregunta que surge de todos los labios es si ya han llegado sus maridos. [...]

Pero no les está permitido demorarse en aquel lugar. Las bestias asesinas no tardan en manifestarse. El aire es rasgado por los gritos de los bandidos borrachos, impacientes por saciar su sed con la desnudez de mis queridas y hermosas hermanas. Los porrazos arrecian sobre las espaldas, cabezas y cualquier otra parte de los cuerpos con la que tropiezan, y rápidamente van cayendo al suelo las prendas de vestir. Algunas se avergüenzan, quisieran ocultarse donde fuera, con tal de no exponer su desnudez. Pero aquí no hay un solo rincón, aquí ya no existe la vergüenza. La moral y la ética van a la tumba, junto con la vida. [...]

Llegan raudos más camiones repletos de víctimas, éstas entran en la sala. Entre las filas de mujeres desnudas muchas se abalanzan sobre las recién llegadas, llorando y gritando de manera atroz; es que las hijas desnudas han reencontrado a su madre y se besan y abrazan, se alegran de volver a estar juntas. Y la hija se siente feliz de que su madre, de que el corazón de su madre, la acompañe a la muerte.
Todas se desnudan y forman en fila, unas lloran y otras se quedan quietas, como petrificadas. [...]

En la sala, en la inmensa tumba, brilla ahora una nueva luz. A un lado del gran infierno se alinean los blancos, alabastrinos cuerpos de mujer que esperan la apertura de las puertas del infierno que les franqueará el camino hacia la tumba. Nosotros, los hombres, vestidos, estamos frente a ellas y las miramos petrificados. [...]

Porque lo que nos sorprende es que estas mujeres, en lo que parece una excepción a tantos otros transportes, permanezcan tan serenas. En su mayoría incluso parecen animosas y despreocupadas, como si nada estuviera pasándoles. Miran de frente a la muerte con una valentía, una serenidad que nos dejan estupefactos [...]

Estos hermosos cuerpos seductores que ahora florecen llenos de vida tendidos quedarán en el suelo, como seres repugnantes revolcados en el lodo y la mugre de la tierra, sus limpios cuerpos alabastrinos maculados por las deyecciones. De la boca de perla se arrancarán los dientes junto con la carne, y la sangre correrá a raudales. De la nariz perfilada manarán dos ríos: uno rojo, otro amarillo o blanco. Y el rostro blanco y rosado se tornará rojo, azul o negro por efecto del gas. Los ojos desorbitados estarán inyectados en sangre, y será imposible reconocer a la mujer que ahora mismo tenemos ante nosotros. Y dos heladas manos cortarán los ensortijados cabellos y arrancarán los pendientes de sus orejas y los anillos de sus dedos.

Después, dos hombres extraños cubrirán con guantes sus manos o las envolverán con trozos de tela, ya que estos cuerpos –ahora blancos como la nieve– tendrán entonces un aspecto repulsivo y no querrán tocarlos con las manos desnudas. Arrastrarán a esta joven y hermosa flor por el suelo de cemento, helado y mugriento. Y su cuerpo arrastrado barrerá toda la suciedad que encuentre en su camino.
Y como si se tratara de un animal repugnante, será lanzada, arrojada sobre un montacargas que la enviará al fuego de allí arriba, al infierno, y en pocos minutos esta carne humana se convertirá en cenizas. [...]

En un rincón han quedado todas sus pertenencias, mezcladas en un ovillo, un revoltijo. Las ropas que hace un instante se han quitado al desnudarse. Son ellas, sus cosas, las que ahora no les permiten mantener la calma. A pesar de saber que ya no las necesitarán, permanecen atadas a ellas por múltiples lazos, aún conservan el calor de sus cuerpos. [...] Una sale de la fila y va hacia un pañuelo de seda que ha quedado atrapado bajo el pie de un compañero. Lo recoge rápidamente y vuelve a fundirse en la fila. Le pregunto por qué necesita ese pañuelo. “Es un recuerdo” –me contesta la joven en voz baja. Y quiere llevárselo a la tumba.

El vertido del gas

En el silencio de la noche se oyen los pasos de dos personas. A la luz de la luna se vislumbran las dos siluetas. Se colocan las máscaras para verter el mortífero gas. Llevan dos grandes bidones metálicos, que pronto aniquilarán a miles de víctimas. Dirigen sus pasos hacia el búnker, hacia el profundo infierno, hacia allí avanzan sigilosamente. Serenos, fríos, impasibles, como si se dispusieran a realizar una labor sagrada. Su corazón es de hielo, sus manos no tiemblan ni una sola vez, con paso inocente se acercan a cada “ojo” del búnker enterrado; allí vierten el gas y después tapan el “ojo” abierto con una pesada tapadera para que el gas no pueda salir. A través de los ojos-orificios les llega el intenso y doloroso gemido de la masa, que ya se debate con la muerte, pero su corazón no se conmueve. Sordos, mudos, con frialdad impasible avanzan hacia el segundo “ojo” y vuelven a verter el gas. Así van cubriendo hasta el último de los “ojos”, y entonces se quitan las máscaras. Ahora marchan orgullosos, llenos de coraje y contentos. Han cumplido con una importante tarea para su pueblo, para su país. Acaban de dar un paso más hacia la victoria...

Los preparativos para el infierno

Es preciso endurecer el corazón, matar toda sensibilidad, acallar todo sentimiento de dolor. Es preciso reprimir el horroroso sufrimiento que recorre como un huracán todos los rincones del cuerpo. Es preciso convertirse en un autómata que nada ve, nada siente y nada comprende.
Los brazos y las piernas se dedican a trabajar. Allí hay un grupo de compañeros, cada uno ocupado en su labor. Se jala con fuerza hasta extraer los cuerpos de la madeja, éste por una pierna, aquel otro por un brazo, lo que resulte más cómodo. Parece que en cualquier momento van a desmembrarse por los incesantes tirones. Después se arrastra el cuerpo por el mugriento y frío suelo de cemento, y su hermosa blancura alabastrina, como si fuera una escoba, va recogiendo toda la suciedad, todo el polvo que encuentra en su camino. Se toma el cuerpo, ahora manchado, y se lo coloca boca arriba. [...]

Tres personas se disponen a preparar los cuerpos. Con unas frías tenazas, uno de ellos se introduce en la hermosa boca en busca de algún tesoro, de algún diente de oro, y cuando lo encuentra, lo arranca con carne y todo. Otro, con las tijeras, corta los cabellos ondulados, despoja a la mujer de su corona. El tercero arranca deprisa los pendientes de las orejas, y más de una vez las deja manchadas de sangre. Y los anillos que no salen fácilmente también se arrancan con tenazas.

Ahora ya se los puede llevar el montacargas. Dos hombres mecen los cuerpos como si fueran leños y los lanzan sobre la plataforma; cuando han sumado siete u ocho, se avisa con un bastonazo y sube el montacargas.

En el corazón del infierno

Allí arriba, junto al montacargas, cuatro hombres esperan. A un lado, dos arrastran los cuerpos al “depósito”; los otros dos están encargados de conducirlos directamente hacia los hornos. Los cuerpos son alineados de dos en dos ante cada una de las bocas del horno. Los niños pequeños están apilados a un lado y van siendo arrojados a razón de uno por cada dos adultos. Se colocan los cuerpos sobre la “tabla de purificación” –una angarilla de hierro–, y entonces se abre la boca del horno y se empuja la angarilla hacia el interior. [...].

El proceso dura en total cerca de veinte minutos, durante los que un cuerpo, un mundo se ve reducido a cenizas.
Te quedas petrificado, observando. Ahora colocan a otros dos sobre la angarilla. Dos seres, dos mundos que tenían un sitio entre la humanidad, que vivían, existían, hacían y creaban. [...]

El montacargas sube y baja transportando incontables víctimas. Como en un gran matadero yacen aquí apilados los cadáveres, esperando en fila su turno y que se los lleven.
Treinta bocas infernales arden al unísono en los dos grandes edificios y engullen un sinnúmero de víctimas. No habrá de pasar mucho tiempo antes de que cinco mil personas, cinco mil mundos sean devorados por las llamas.

Los hornos arden y rugen como olas tempestuosas, los hornos fueron encendidos hace ya tiempo por las manos de los bárbaros, los asesinos del mundo, que aspiran a espantar con la luz de sus llamas las tinieblas de su mundo de horror. [...]

Os recomiendo leer el capítulo completo aquí.

Una vez quemados los cuerpos, los Sonderkommando debían dispersar las cenizas en los lugares designados a este efecto.

En Auschwitz, uno de estos Sonderkommandos se rebeló el 7 de octubre de 1944 ante los indicios de que las SS pretendían asesinar a un gran número de miembros del propio Sonderkommando que trabajaban en el crematorio 4 . Se amotinaron y dieron comienzo a la única rebelión a gran escala de la que se tiene noticia en Auschwitz. Armados con piedras y herramientas improvisadas atacaron a los guardias de las SS y prendieron fuego al crematorio. Algunos prisioneros pudieron escapar, aunque la mayoría fueron capturados y asesinados. Doscientos cincuenta murieron en la lucha, junto a tres miembros de las SS y doscientas personas más fueron asesinadas después.

Fuentes: La Segunda Guerra Mundial, Letras Libres.
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Memorias cruzadas. Memorias compartidas. Memorias del otro. 2

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“MEMORIAS CRUZADAS. MEMORIAS COMPARTIDAS. MEMORIAS DEL OTRO”

El homenaje a Shlomo Venezia comenzó con la presentación de Francisco Javier Fernández Vallina, Catedrático de Filología Semítica de la Universidad Complutense de Madrid, que dio paso a Eva Benatar, quién representaba al presidente de la Federación de las Comunidades Judías de España, alguien que asume la memoria con su compromiso.

Nos dejó como mensaje que, cuando el tiempo pase, solo los lugares de memoria, los testimonios escritos y grabados, y las investigaciones históricas serán los únicos testigos que nos queden.

Seguido, intervino Marcello Pezzetti, director del Museo de la Shoah de Roma, y director de un centro de documentación en Milán, con una magnífica exposición que os resumo.

Quién ha visto la estructura interna en los campos no puede ser testigo, porque los que entraban en los hornos no vivían. Supervivientes como Charlote Delbó o Primo Levi,
viven las situaciones extremas, pero no el exterminio.

Los nazis eliminaron una parte de sí mismos, porque los asesinados eran europeos. Según los testimonios de exterminio sistemático, proporcionados por quienes trabajaron en éste área, el gas y los asesinatos los manejaban y realizaban los nazis, y después llegaban los sonderkommando. Permitían que de 800 a 900 personas trabajaran en los sonderkommando de Auschwitz.

Los nazis usaron un sistema industrial y masivo para el exterminio. Crearon unas estructuras que, en el 42 eran artesanales, en el 43 industriales y en el 44 estaban en su punto álgido.

Cuando Shlomo comenzó a trabajar allí, no formó parte de esa rotación porque en ese momento los nazis no podían formar a otras 900 personas para eliminarlas después y volver a empezar, por lo que tuvo la suerte (o la desgracia) de sobrevivir más meses y su grupo pudo hacer una pequeña resistencia ya que sabían, más que nadie, que les iban a matar, y sabían que el mundo no se enteraría de lo que sucedía allí, por lo que los sonderkomando se rebelaron.

Una vez liberados, los testigos no hablaban por ser una carga demasiado pesada. De hecho, los hijos de algunos supervivientes se enteraron de lo que habían vivido sus padres muchísimos años después.

A finales de los años 90, los hijos de Shlomo fueron a Auschwitz con él por primera vez.

En el caso de Shlomo, no había hablado, hasta que en los 90 vio cómo el antisemitismo crecía en Italia, comenzó a ver tiendas con pintadas de la estrella de David, y decidió que los supervivientes debían hacer algo.

Quedaron menos de 100 supervivientes de sonderkomandos en todo el mundo, pero no hablaban. A principio de los años 90 decidieron hacer un viaje a Auschwitz por primera vez, y dar a conocer su testimonio a historiadores, profesores y alumnos.

Al principio, los testimonios eran difíciles de transmitir por la falta de conocimiento que había. Una vez, un periodista en una reunión de supervivientes le pregunto a Shlomo quién era, al darle su nombre, obtuvo por respuesta que no le tenia en ninguna lista, y el periodista le preguntó qué hacía. Shlomo respondió que trabajaba en un sonderkomando, y el periodista le dijo, ah! Y eso qué es?,a lo que le respondió que trabajaba en los crematorios, y la reacción del periodista fue un Ah! y pasó a otro testigo, como si ese trabajo no tuviera ninguna importancia, y sin ser consciente de que tenía delante un testigo dispuesto a hablar.

A partir de ahí, comenzaron a trabajar y a reconstruir todo el sistema de los hornos crematorios de Auschwitz, creando documentos multimedia, narrativas, y Shlomo accedió a hablar con profesores y estudiantes en el viaje organizado en 1.992, algo muy duro para él.

Reconstruyeron el interior del horno con la ayuda de Shlomo, incluyendo el montacargas, en el mismo campo. Le pidieron que les explicara cada piedra y cada detalle, y él lo hizo, durante dos días, piedra a piedra, reconstruyendo lo que había, con su memoria y los planos de la empresa fabricante de los hornos. No se dejó influenciar por sus reacciones y emociones, sino que se limitaba a hacer de testigo

El montacargas subía los cadáveres del sótano al horno, y para que nadie los viera, los nazis los tapaban con una lona hasta meterlos en el montacargas.

Haciendo la reconstrucción, Marcello Pezzetti un día llama a Shlomo por teléfono para preguntarle cuál era el color de la lona, y él, enfadado, le respondió que cómo quería que recordase el color. Esa misma noche, Shlomo devuelve la llamada a Marcello, y le dice que era verde militar.Es un testigo muy comprometido.

Un tiempo más tarde, hablaron con Lender, kapo del sonderkomando con quién Shlomo no había vuelto a tener contacto desde su salida del Campo, y coinciden en cada detalle proporcionado.

Lo más importante es, cómo Shlomo utiliza su memoria. No reflexiona, no hace reflexiones filosóficas sobre la memoria, sino que se limita solo a la Historia para que los estudiantes entiendan lo que pasó partiendo de los hechos. Los testimonios de Shlomo son muy útiles para los historiadores, y es el enemigo número 1 de los negacionistas que afirman que tanto Shlomo como Marcello están al servício de la Cía o de la Yihad.

Hasta ahora han formado a casi 400 profesores en Auschwitz, y a más de 2.000 fuera. Están comprometidos con esta enseñanza.

Tras otra magnífica actuación de Mónica Monasterio, continuó el homenaje, previo a la intervención del propio Shlomo Venezia.

El siguiente participante fue Èmile Shoufani, Archimandrita de la Iglesia Greco-Latina de Oriente, cura de Nazaret y “premio UNESCO de Educación para la Paz”, conocido como “el cura de Nazaret”.

Èmile Shoufani entró a hablarnos del conflicto Israel-Palestina, y cómo llevan años buscando el encuentro y la reconciliación ( Shoufani ha sido galardonado con el Premio UNESCO de Educación para la Paz 2003, por su empeño constante en reconciliar a los árabes y a los judíos). Nos habló sobre su experiencia "Memoria para la paz" (un viaje desde Israel a los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau (Polonia) en el que participaron 500 personas, árabes, israelíes y europeas que se acercaron al proyecto desde "una perspectiva personal").

Para intentar trasladar el mensaje al mundo árabe, pensaron entrar en el seno del sufrimiento judío. La historia en los últimos años se ha desarrollado en las iglesias, por lo que no sabían cómo hablar al mundo árabe y musulmán de la Shoah, y se lanzó la iniciativa para llegar a entenderla desde el interior del conflicto.

Al principio querían hablar de la historia del pueblo judío, pero necesitaban un acontecimiento histórico reciente, la Shoah. No hablaban sobre paz ni reivindicaban nada, solo escuchaban el sufrimiento del otro.

Se puede conocer la historia a través de libros, películas, etc.... pero oír el testimonio de la gente te transforma por la realidad del miedo que habita en ellos, con una amenaza constante. No querían hablarles del nazismo ni de la 2ª Guerra Mundial, sino de la Shoah como intento de aniquilación de un pueblo entero.

Shoufani trasladaba que no somos responsables directos de lo que ocurrió, pero sí debemos comprometernos para que no vuelva a suceder. El nazismo no es sólo una fuerza militar o de exterminio sino la mirada hacia “el otro”, y Shoufani asume la responsabilidad de abrir un nuevo camino.

Cuando se programó el viaje a Auschwitz, lo hicieron por poco. Los responsables polacos querían que fuesen, pero solo de visita al museo, donde hay montones de zapatos y objetos, pero lo que ellos querían era visitar el campo, y hacer el camino de las últimas víctimas, y lo lograron tras varias disputas con los polacos; tras 8 años, está convencido que es posible que todos podamos vivir en común, y la memoria es algo común, sirve para mantener la esperanza de que todos podemos vivir en paz.

El último ponente fue Daniel Fahri, Rabino del MJLF y escritor.

Al viaje que realizaron a Auschwitz, le llamo “dos jornadas premesiánicas a Auschwitz”. Hacía mucho calor aquel año, y lo vivían en la rampa por donde subían los judíos. Shlomo comenzó a hablar, y por detrás pasó un tren larguísimo de mercancías, lo que les hizo a todos trasladarse al momento en que los deportados llegaban allí para morir.

Para Shlomo, los supervivientes están vivos, pero solo en parte, porque otra parte de ellos murió allí. Daniel Fahri transmitía que para él, Shlomo es alguien muy vivo, pero reconoce que cada vez que cuenta su experiencia muere un poco...

Los años siguientes a la 2ª guerra mundial, esta parte se fue añadiendo a los colegios en la asignatura de historia.

En 1.947, se usó la palabra genocidio en Nuremberg, pero los judíos decidieron utilizar un término bíblico empleado para explicar lo que le pasó a Job, para calificar o nombrar lo que les hicieron los nazis: Shoah.

En los libros de historia, al principio se introdujo de una forma un poco “light”, y progresivamente los historiadores fueron trabajando para que lo ocurrido saliera a la luz.

Como decía Primo Levi, los que podrían hablar ya no pueden, porque murieron allí, pero Shlomo estuvo meses separando pertenencias, clasificando cadáveres, y los que sobrevivieron lo callaron porque pensaban que nadie les creería, y que no interesaba. Shlomo veía que a veces alguien hacía gestos como si estuviera loco por lo que decía, pero al cabo de los años, comenzó a salir a la luz la historia y los supervivientes se decidieron a hablar, escribir, crear obras de arte, y vieron que era importante hacerlo porque si no sería demasiado tarde.

Algunos, incluso se lo contaron a sus nietos antes que a sus hijos.

En Francia, tampoco se enseña bien la Shoah en las escuelas francesas. Daniel comentaba que le parece indecente que un rabino le diga a un niño que si pasó es por algo, como le decían a Job.

Para finalizar el homenaje, Mónica Monasterio volvió a interpretar otra pieza, dando paso con ella al testimonio y participación de Shlomo Venezia que os contaré a continuación.
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Memorias cruzadas. Memorias compartidas. Memorias del otro. 1

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El pasado 27 de mayo tuvo lugar el homenaje a Shlomo Venezia, superviviente de un soderkommando de Auschwitz: “Memorias cruzadas. Memorias compartidas. Memorias del otro” en el Consejo Escolar del Estado, en Madrid, y os quiero hacer partícipes de la experiencia.

Casa Sefarad convocó en mayo un encuentro abierto a los más de 450 docentes de diversos puntos de España que han recibido formación relacionada con Holocausto y Antisemitismo merced a becas impulsadas por Casa Sefarad-Israel.

El 27 de mayo tuvo lugar la apertura del Encuentro, que tras la apertura institucional dio paso a un homenaje a Shlomo Venezia, sonderkommando (presos obligados a transportar los cadáveres de deportados muertos desde las cámaras de gas hasta los hornos crematorios) y superviviente de Auschwitz, y donde tuve el privilegio no solo de poder asistir si no de conocer a Shlomo Venezia, gracias a la generosa invitación de Graciela Kohan, coordinadora del área de Holocausto y Antisemitismo de la Casa Sefarad-Israel, finalizando con una intervención del propio Shlomo Venezia.

APERTURA INSTITUCIONAL

La apertura institucional comenzó con la intervención de Diego de Ojeda, Director General de Casa Sefarad-Israel, que empezó explicando una de las labores de Casa Sefarad, el envío de delegaciones de educadores y periodistas a Yad Vashem, donde cuentan con la colaboración de víctimas de la Shoah, con el propósito de tejer una red de formadores capaz de dar respuesta a las necesidades formativas de los diversos estratos académicos en las materias de Holocausto y Antisemitismo ya que, en España, la Shoah se conoce, pero no al nivel de otros países europeos por no pertenecer a nuestra Historia directa, excepto por los republicanos españoles afectados.

El objetivo es que la mayor cantidad de gente aprenda el máximo posible, y aprendan que la Shoah tiene denotaciones que la convierten en una situación horrible no comparable con ningún otro genocidio, por el intento de exterminio científico de una raza, a cuyo servicio se pusieron todos los mecanismos y medios existentes en una nación poderosa, como era Alemania (como ejemplo, estando Alemania perdiendo la guerra, seguían teniendo prioridad los trenes con judíos...).

Hay que hacer lo posible por que no se repita, y no podemos bajar la guardia.

A continuación, intervino Isaac Querub, Presidente de Yad Vashem España, comentando que la Shoah fue la noche más larga y oscura de la historia. Nos habló de las difíciles relaciones que España ha tenido a lo largo de la historia con los judíos, y de la importancia de introducir el mensaje didáctico en universidades y colegios.

El tercer participante fue Juan López, en representación de Rosa Peñalver, Directora General de Evaluación y Cooperación Territorial del Ministerio de Educación, que nos dejó un valioso mensaje: La vida siempre es más fuerte que la muerte.

Para Juan López, la escuela es una institución que, además de conocimientos, debe educar en valores, y en lo que respecta al holocausto, se debe transmitir que cuando la democracia se hace débil, todos somos frágiles, por lo que desde el Ministerio de Educación quieren que en las escuelas, además de instruir sobre el holocausto en las áreas de ciencias sociales e historia, contra todo negacionismo, los alumnos comprendan la dignidad de ser persona, porque si lo comprenden, verán que todos merecemos el mismo respeto al margen del color de piel, creencia o raza. La mayor pobreza del ser humano es la indignidad. La vida siempre supera la muerte, y la democracia es la mejor expresión de la convivencia.

El último en intervenir, en la apertura institucional fue José María Contreras, Director General de Relaciones con las Confesiones, del Ministerio de Justicia.

Nos comentó que la enseñanza y la transmisión de la Shoah deben implicar a todo el mundo como elemento esencial para la convivencia, porque nos puede volver a suceder.

José María Contreras hacía una petición desde el Ministerio de Justicia: que el derecho esté siempre al lado de la persona, y no de los sistemas de exterminio que legalizan y legitiman el exterminio.

Tras la apertura institucional, la fantástica Mónica Monasterio, acompañada del amabilísimo Horacio Lovecchio, interpretó la canción “Ellie, Ellie”, y recitó el poema “Auschwitz” de Charlotte Delbo, dando paso al homenaje a Shlomo Venezia : “MEMORIAS CRUZADAS. MEMORIAS COMPARTIDAS. MEMORIAS DEL OTRO”

Os dejo un fragmento de la actuación de Mónica Monasterio, que, aunque no tiene muy buena calidad tras subirlo a youtube, os da una idea de lo que fue:
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La unica boda de Auschwitz y la ultima ejecucion publica.

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En Auschwitz, en el marco de horror que le hizo ser el emblema del horror nazi, también se dieron algunos paréntesis de alegría y pequeñas victorias de los presos. Uno de estos momentos fue la única boda que se dio dentro del campo, la del preso austriaco Rudi Friemel y la española Marga Ferrer.

Margarita Ferrer, madrileña, había luchado en la Guerra Civil con 20 años, y durante la lucha se enamoró de una miembro de las Brigadas Internacionales, Rudolf Friemel.
En 1.939, junto con el resto de republicanos, ambos huyeron a Francia, al exilio,  se separaron y reencontraron en varias ocasiones, en diferentes campos de refugiados, y en 1.941 tuvieron un hijo. En julio de ese mismo año, cuando intentaban huír a Viena a casa de los padres de Friemel, fueron detenidos en la estación de Vierzon, junto a su bebé.

Rudolf fue enviado a Auschwitz I, donde trabajó como mecánico en el garaje de la SS, y Margarita fue enviada a un campo de trabajos forzados en la Selva Negra, hasta que encontró refugio en casa de los Friemel.

Estando en Viena, Margarita supo que Rudolf había conseguido un puesto de dirigente en la rudimentaria resistencia de Auschwitz y que había pedido permiso a las SS para casarse con ella, para que el niño pudiera llevar su apellido, y para asombro de todos, el 6 de marzo del 44, un año después, Margarita recibió un telegrama requiriéndole para que se dirigiera a Auschwitz con el padre y el hermano de Rudolf en calidad de testigos, a casarse. Puede que fuera un momento de debilidad y humanidad o un acto de cruel cinismo por parte del régimen nazi...

El 18 de marzo de 1.944 por la mañana, llegaron a Auschwitz con la novia vestida con un vestido negro y una camisa blanca prestada, y llevando consigo a su hijo Edouard, que por entonces tenía ya tres años. A Rudolf le dejaron un traje.

La ceremonia se celebró, a las 11 de la mañana, en una gran oficina vacía del Registro, en la que normalmente se preparan los certificados de muerte de los presos, con archivadores que tapaban el muro, una mesa grande en el centro, y tres filas de bancos enfrente. Un grupo de SS se colocó a los lados y la espalda del grupo nupcial, y un oficial SS leyó los ritos matrimoniales, que Rudolf le traducía a Margarita al español. Rudolf sacó dos anillos, firmaron, y terminó la ceremonia.

Un preso que trabajaba en el Erkennungdienst, Wilhelm Brasse, pudo tomar fotografías, autorizadas, que se conservaron junto con las tarjetas de invitación que los compañeros de Rudolf diseñaron y dibujaron en cartulinas gruesas, autorizados también.

Margarita y Rudolf pudieron andar con libertad por el campo, vacío, escoltados por la orquesta que tocaba la marcha nupcial, y en ese momento, según recordaba Margarita, vieron un destello el uno en los ojos del otro de triunfo sobre la muerte.

Esa tarde Rudolf pudo jugar con su hijo, y después la pareja habló largo y tendido, momento en el que Rudolf le mencionó a Margarita la cámara de gas y los miles de personas que moría allí cada día.

Al acabar el día, la pareja pudo pasar un tiempo en una de las piezas del barracón 24, el que se utilizaba como prostíbulo, y se dispusieron dos habitaciones, una para la pareja y su hijo, y otra para el padre y el hermano de Rudolf.

Los presos habían recibido el encargo de prepararle el desayuno a la pareja de novios, y al amanecer llegó el momento de separarse. Rudolf pensaba que no se volverían a ver, pero prometió luchar hasta el final. Se besaron en la puerta, y Rudolf se dio la vuelta con los hombros hundidos sin mirar atrás.

Nueve meses después, en diciembre, Rudolf y otros cuatro presos que habían intentado fugarse fueron capturados, y ahorcados con la ceremonia habitual, y ésta, fue la última ejecución pública de Auschwitz, liberado el 18 de enero.

Tras la muerte de Franco, Margarita volvió a España, pero solo de visita pues su hogar ya estaba en Francia y se había vuelto a casar con Francisco Suárez en 1.956, un refugiado como ella, y superviviente de Mauthausen.

Margarita murió en París la nochebuena de 1.987.

Fue el único caso en el que se permitió casarse a un preso en un campo.

La foto de familia la tomó Wilhelm Brasse en el estudio fotográfico de Auschwitz, y es propiedad del Auschwitz Memorial.

Erich Hackl se basa en esta historia en su libro: Boda En Auschwitz.

En una nota de despedida a Margarita, Rudolf escribió: "Esperaba volver a veros a ti y a mi querido hijito, pero no podía abandonar la lucha. Me era imposible. Y ha llegado mi hora. No me siento triste, y tú tampoco debes estarlo, mi dulce mujercita. Cuando acabe la guerra volverás a España. Cuida de nuestro hijo. Haz de él un hombre y un luchador. Y mira al futuro para poder olvidar estos tiempos desdichados. Mis últimos pensamientos serán para ti".

Edouard Friemel llegó a ser profesor de psicología en la Universidad de París VIII.

Fuentes: Españoles en el holocausto; David W. Pike, Auschwitz Memorial
" Por conservar la libertad, la muerte, que es el último de los males, no debe temerse." - Marco Tulio Cicerón
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Auschwitz tambien alojo españoles.

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El pasado 27 de enero, se celebró el 65 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, donde murieron asesinados millones de seres humanos, la mayoría judíos y, de ellos, 1.200 españoles. 

En 1.939, una vez terminada la campaña de septiembre, la ciudad de Oswiecim y sus pueblos cercanos fueron incorporados al III Reich. Al mismo tiempo, los nazis cambiaron el nombre polaco de Oswiecim por el alemán de Auschwitz.

El campo se creó el 27 de abril de 1.940, al oeste de Cracovia.
El primer convoy, de 728 prisioneros polacos, llegó el 14 de junio de 1.940, y fueron encerrados en lo que más tarde se llamó Auschwitz I.

En diciembre de 1.940 había más de 8.000 internados. En ese mes, un 10% murieron por un castigo sin comer por una fuga.
En octubre de 1.941, se construyó Auschwitz II (Birkenau), que acabaría siendo el más importante de los dos campos, y a principios de 1.942, según crecía la red de komandos de trabajos forzados, se creó Auschwitz III (Buna-Monowitz).
El 6 de febrero de  1.941 se eligió Dwory, lugar cercano al pueblo de Monowitz, a 7 km. de Auschwitz, para construir una fábrica gigante en la que fueron explotados los presos.

La historia y cronología de Auschwitz es fácilmente accesible por cualquiera en la web, en todos los idiomas, pero antes de seguir leyendo datos sobre este campo, os recomiendo hacer una pausa aquí, para tener un resumen claro  y ameno sobre el campo en esta entrada de Historias de nuestra Historia:

Auschwitz ocupaba cuarenta kilómetros cuadrados de superficie, tenía seiscientas barracas y treinta y nueve campos anexos. Los principales eran: Auschwitz I, conocido también como campo base; Auschwitz II, o campo de exterminio; y los campos de trabajo esclavizado de Auschwitz III y Auschwitz Monowitz, al servicio de empresas como Krupp e IG Farben y otras compañías alemanas.

A Auschwitz II, cada día podían llegar 3 o 4 convoyes con 3.000 o 3.500 personas cada uno, que es donde se encontraban los hornos crematorios, en medio de un bosque de abedules, y donde en cada uno de ellos, desde junio de 1.940 hasta diciembre de 1.944 murieron cuatro millones de personas, la mayoría judíos. Eran unas instalaciones continuamente mejoradas desde el punto de vista técnico por el comandante Rudolf Höss.

El 3 de septiembre de 1.941 se llevan a cabo los primeros gaseamientos con Ziclon B en un barracón con 250 prisioneros soviéticos.
Uno de los primeros cuerpos incinerados fue el de la mujer del oficial SS Gerhard Palitzsch, muerta en otoño de 1.941, víctima del tifus exantemático, que contrajo al utilizar ropa de antiguas deportadas, robada en los almacenes del campo.

A mediados de enero de 1.945, ante el avance de los ejércitos soviéticos, los SS decidieron evacuar el campo. El día 17 se reunían los 67.000 supervivientes de Auschwitz y de sus komandos, y fueron conducidos hacia campos situados en territorio alemán. Este traslado se hizo por carreteras y caminos, con la brutalidad habitual, bajo las más duras temperaturas invernales (en verano, en aquella zona, el clima es caluroso en extremo, y en invierno puede alcanzar los 30 grados bajo cero). Mal vestidos y hambrientos, la inmensa mayoría de los prisioneros fallecerían extenuados, helados, despedazados por los perros o asesinados de un balazo en la nuca.

El último horno del campo fue dinamitado el 26 de enero, un día antes de la entrada de los rusos, que encontraron mujeres y hombres agonizantes en los barracones y en los almacenes, 7.000 kilos de cabellos humanos, 35.000 trajes de hombre y 836.000 de mujer.

Al liberar Auschwitz, el 27 de enero de 1.945, los soldados rusos solo encontraron a unas 5.000 personas, y cientos de ellos murieron en los días que siguieron a la liberación.

20 años más tarde, solo quedaban unos 30.000 supervivientes de los tres campos (Auschwitz, Birkenau I y Birkenau II), menos del 1% de los hombres, mujeres y niños que cruzaron aquella puerta.

Más Información:
En Auschwitz, los SS, aficionados al tiro de pichón, utilizaron niños de corta edad como dianas vivientes. Este "afición", la practicaron también con niños judíos que salían clandestinamente del gueto de Varsovia.

Según cuenta Tadeusz Sobolewicz, los muertos se producían a miles en un día cualquiera en Auschwitz: "Por la mañana, el estado efectivo de prisioneros era de unos 25.000 y por la tarde, debido a los accidentes de trabajo, fallecimientos en la enfermería, fusilamientos y selecciones, podía bajar a 24.000. 
Un día murieron quince personas a mi alrededor mientras trabajábamos. La mayoría de ellos tenían flemones y ulceraciones. El trabajo era horroroso y el hedor no se podía aguantar. Por la tarde, después del trabajo, al levantar un pedazo de pan a la boca sentí que mis manos, a pesar de lavarlas varias veces olían a cadáveres. Comía aunque cada porción de pan parecía empapada de olor de las personas que se habían ido."
En la pared del barracón de Auschwitz, uno de los presos dejó escrito su último mensaje:
Cuando tu cuerpo ya no exista, tu espíritu estará aún más vivo en el recuerdo de quienes se quedan. Haz que pueda servir siempre como ejemplo”.
Los versos se los recitó a Joan Pagés, deportado en el campo de Mauthausen, uno de los prisioneros españoles evacuados por las tropas alemanas cuando Auschwitz fue desmantelado. Aquel hombre, en el que Pagés se vio reflejado en su imagen famélica, le explicó, según le contó a Thomas Buergenthal, que su columna de presos había tardado veintiséis días en cubrir el trayecto entre Auschwitz y Mathausen.
Thomas Buergenthal era uno de los que formaban en la larga fila de prisioneros, y su recuerdo de la marcha de la muerte lo recoge en su libro "Un niño afortunado": “No bien empezamos a marchar volví la vista atrás hacia la inmensa extensión de tierra con sus cientos de barracones, edificios administrativos, torres de guardia y cercas de alambre electrificadas. Más lejos, en la distancia, vi los restos parcialmente destruidos de los crematorios que las SS habían intentado demoler. Me costaba creer que estaba marchándome con vida de ese terrible lugar”. 

Whitney Harris, el psiquiatra que interrogó a Rudolf Hoess, el comandante del campo de exterminio de Auschwitz, reconoce que le pareció una persona normal, sin ningún indicio que indujera a pensar que era uno de los principales responsables del asesinato de millones de judíos. El médico añade que cuando le preguntó por qué participó, dijo que había hecho aquello como hubiera podido talar árboles.

Según los profesores polacos Teresa y Henryk Swiebocki " El campo se ha convertido en el símbolo del Holocausto, homicidio y terror, infracción de los derechos humanos fundamentales, un ejemplo de las posibles consecuencias del racismo, antisemitismo, xenofobia, chauvinismo e intolerancia. El nombre del campo ha llegado a ser un código cultural específico, empleado para referirse a las relaciones interpersonales más negativas, y un sinónimo de la crisis de la civilización y cultura contemporáneas"

Fuentes texto y fotos: www.elperiodicoextremadura.com, www.magazinedigital.com,  www.memoriahistorica.org, www.elperiodicodearagon.com, Los campos de concentración nazis (Rosa Toran), El holocausto de los republicanos españoles (Eduardo Pons Prades), www.ushmm.org,

"Matar a una persona por defender un ideal no es defender un ideal: es matar una persona." - Oscar Wilde
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