Esta entrada la publiqué en septiembre del año pasado, pero tras recibir de algunos de vosotros un email que circula por internet como desacuerdo a que nunca se le haya otorgado a esta mujer el Premio Nobel de la Paz, la publico de nuevo, y añado al final la viñeta que acompaña ese email.
Irena Sendler nació en Polonia el 15 de febrero de 1.910, en un pueblo llamado Otwock a 23 kilómetros al sudeste de Varsovia.
Su padre, Stanislaw Krzyzanowski, un medico que tenía mayoritariamente pacientes judíos pobres, fue una gran influencia para ella. Murió cuando Irena tenia 7 años. De él siempre recordaría dos reglas que siguió a rajatabla a lo largo de toda su vida. La primera: que a la gente se la divide entre buenos y malos sólo por sus actos, no por sus posesiones materiales; y la segunda: a ayudar siempre a quien lo necesitase.
Irena trabajaba como enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia que operaba los comedores comunitarios de la ciudad, cuando Alemania invadió el país en 1.939. Ya allí, ejercía su labor altruista intentando salvaguardar a todos aquellos que podía. Entregaban ropas y dinero a las familias judías, inscribiéndolas con nombres católicos falsos para evitar las sospechas de los soldados alemanes.
En 1.942, se crea el Gueto de Varsovia, encerrando en él a unos 400.000 judíos, y las deportaciones empezaron a ser mucho más frecuentes, trasladándoles sobre todo al campo de concentración de Treblinka.
Irena, horrorizada por las condiciones en que se vivía allí (morían unas 5.000 personas mensualmente por hambre y enfermedades), se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos, Zegota. Consiguió para ella, y su compañera Irena Schultz, identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas era la lucha contra las enfermedades contagiosas, para entrar al gueto de forma legal. Después, conseguiría más pases para más compañeros. Debido al temor de los alemanes a que se desatara una epidemia, permitían que el Gueto fuera controlado por los polacos.
Irena iba allí diariamente, para llevar comida, medicinas y ropa, y establecer contactos. Cuando caminaba por las calles del gueto, llevaba un brazalete con la
estrella de David, como signo de solidaridad y para no llamar la atención.
Una vez allí, comprendió que el verdadero objetivo del gueto era la eliminación de todos los judíos, y pensó que era urgente sacar a todos los niños posibles, o, al menos, a los mas pequeños, para que tuvieran la oportunidad de sobrevivir, por lo que se puso en contacto con familias a las que ofreció llevar a sus hijos fuera del gueto. Aunque no les podía dar garantías de éxito. Lo único seguro era que los niños morirían si permanecían en él.
Comenzó a evacuarlos de todas las formas imaginables: dentro de ataúdes, en cajas de herramientas, bolsas de patatas, entre restos de basura, en ambulancias como enfermos de males muy contagiosos, o a través de una iglesia con dos accesos, uno al gueto y otro secreto al exterior, donde los niños entraban como judíos y salían al otro lado bendecidos como nuevos católicos.
Muchas madres y abuelas eran reticentes a entregar a sus niños, algo absolutamente comprensible pero que resultó fatal para ellos ya que, algunas veces, cuando Irena o sus chicas volvían a visitar a las familias para intentar hacerles cambiar de opinión, se encontraban con que todos habían sido llevados al tren que los conduciría a los campos de la muerte. “Fuimos testigo de escenas infernales cuando el padre estaba de acuerdo pero no la madre”.
Durante toda su vida, Irena ha estado recordando a aquellos angustiados padres preguntándole si sus hijos vivirían, y a aquellos asustados niños llorando en las despedidas.
Logró reclutar al menos una persona de cada uno de los diez
centros del Departamento de Bienestar Social, y con su ayuda, elaboró cientos de documentos falsos, con firmas falsificadas dándoles identidades temporarias a los niños judíos.
La labor no era fácil. El rescate de un niño requería la ayuda de al menos diez personas. Los niños eran los primeros transportados a unidades de servicio humanitario y luego a un lugar seguro. Después les ubicaba en casas, orfanatos y conventos, enviando la mayoría a lugares religiosos ya que, los religiosos siempre tenían las puertas abiertas para los niños del Gueto.
A lo largo de un año y medio, hasta la evacuación del gueto en el verano de 1.942, consiguió rescatar a más de 2.500 niños.
Para Irena no bastaba solo con salvar a los pequeños. Quería que algún día, pudieran recuperar su pasado, sus familias, y su verdadera identidad. Apuntaba en papel los verdaderos nombres, las nuevas identidades y las ubicaciones de los niños. Metía esos papeles en botes de conservas, y los enterraba debajo de una manzano en el jardín de su vecino, frente a los barracones alemanes, para asegurarse de que llegarían a las manos indicadas si ella moría. Allí guardó, sin que nadie lo descubriera, los datos de 2.500 niños.
En 1.943, los nazis supieron de sus actividades, y el 20 de octubre fue
detenida por la Gestapo, y encarcelada en la prisión de Pawlak, donde fue brutalmente torturada. Pero a Irena, a pesar de las torturas, y de que le rompieron los pies y las piernas, nunca le pudieron quebrar su voluntad, y
mantuvo en secreto los nombres y direcciones de las familias que albergaban a los niños, y nunca traicionó a sus colaboradores.
Fue condenada a muerte, y ella no dijo ni una palabra.
Lo que la mantenía allí con vida, era una estampa de Jesús Misericordioso con la leyenda: “Jesús, en vos confío”, que encontró en un colchón de paja. La llevó consigo hasta el año 1.979, que se la regaló al papa Juan Pablo II.
La sentencia de muerte nunca se llevo a cabo, ya que los miembros de Zegota habían logrado detener la ejecución sobornando a los alemanes, y cuando iba camino de la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un "interrogatorio adicional". Al salir, le gritó en polaco: "¡Corra!", y la dejó escapar. Su nombre apareció al día siguiente en las listas de ejecutados.
A partir de ese momento, siguió trabajando en la clandestinidad, con una identidad falsa.
Al finalizar la guerra, Irena desenterró los frascos y utilizó las notas para encontrar a los 2.500 niños que colocó con familias adoptivas. Los reunió con sus parientes diseminados por toda Europa, pero la mayoría había perdido a sus familias en los campos de concentración nazis.
Le entregó las notas al doctor Adolfo Berman, el primer presidente del Comité de salvamento de los judíos sobrevivientes. Al principio, aquellos niños que no tenían una familia adoptiva fueron cuidados en diferentes orfanatos y poco a poco fueron enviados con otros familiares o se quedaron con familias polacas.
A partir de este momento, ella, que ya tenía dos hijos, volvió a ser
trabajadora social y a su vida tranquila, sólo truncada por las pintadas, en la puerta de su apartamento, en las que le acusaban con necedad de ser «amiga de los judíos» o la llamaban la «madre de judíos». Se encargó de la
supervisión de orfanatos y asilos en Varsovia, y ayudó a crear casas para ancianos, orfanatos y un servicio de emergencia para niños.
Los niños sólo conocían a Irena por su nombre clave "Jolanta". Pero años más tarde, cuando su foto salió en un periódico tras ser premiada por sus acciones humanitarias durante la guerra, un hombre, un pintor, la llamó por teléfono y le dijo: "Recuerdo su cara, usted es quien me sacó del Gueto." Y así comenzó a recibir muchas llamadas como esa, y reconocimientos.
Irena Sendler estuvo años encadenada a una silla de ruedas, por las lesiones que arrastró tras las torturas sufridas por la Gestapo. Tenia en su habitación cientos de fotos con algunos de aquellos niños sobrevivientes o con hijos de ellos. Y jamás se consideró una heroína. Decía que el lamento que la seguiría hasta el día de su muerte era: "Podía haber hecho más".
En 1.965 la organización Yad Vashem de Jerusalén le otorgó el título de Justa entre las naciones y se la nombró ciudadana honoraria de Israel. En noviembre de 2.003 el presidente de la República, Aleksander Kwasniewski, le otorgó la más alta distinción civil de Polonia: la Orden del Águila Blanca. Por último, y no menos importante, en 2.007 el senado de Polonia presentó la candidatura de Irena Sendler al Premio Nobel de la Paz que finalmente fue concedido al norteamericano Al Gore.
Pese a todo, su historia no fue conocida en su país, tapada por los 40 años de régimen comunista, hasta que en 1.999, un grupo de estudiantes de Kansas la descubrieron, gracias a su profesor de historia, y se quedaron estupefactos cuando, tras buscar el emplazamiento de la tumba de Irena, descubrieron que no existía porque ella aún vivía. Estaban frente a una auténtica heroína prácticamente desconocida, así que impresionados por esta mujer, llevaron a cabo una campaña para que todo el mundo pudiera ser consciente de lo que había logrado, y decidieron escribir una obra de teatro sobre ella. Se escenificó en iglesias y salones sociales asombrando y emocionando a todos los que tuvieron la oportunidad de verla. Uno de estos asistentes fue un profesor judío quien, impactado, ayudó a los escolares a cumplir su deseo: ir a verla a Varsovia y agradecerle lo que había hecho por la Humanidad. Les dio un cheque de 7.000 dólares y les hizo una petición: «Contadme todo con pelos y señales a vuestra vuelta».
Como era de esperar, también llamó la atención de Hollywood, que realizó una película para la televisión, basada en su vida, llamada:
The Courageous Heart of Irena Sendler (
Rating IMDB: 8.1).
Para mí, Irena es todo un Premio Nobel de la Paz, aunque no se lo hayan dado oficialmente, y un ejemplo a tener siempre presente. Ha sido una fortuna que saliera del anonimato, para no perdernos la biografía de esta gran mujer: "La razón por la cual rescaté a los niños tiene su origen en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad." (Irena Sendler)
Murió en Varsovia el 12 de mayo de 2.008, a los 98 años de edad.
Os dejo el trailer de The Courageous Heart of Irena Sendler - Behind the scenes.
Viñeta:
Traducción de la viñeta:
Niña:Tengo que decirle, señor... Lleva en su brazo un tatuaje mortalmente aburrido. Es sólo un montón de números
Señor: Bueno, tendría tu edad cuando me lo hicieron. Lo mantengo como un recordatorio
Niña: Oh! ... Un recuerdo de días más felices
Señor: No, de un tiempo en el que el mundo se volvió loco
"Imagínate a ti misma en un país en el que tus compatriotas siguen la voz de un político extremista al que no le gusta tu religión.
Imagínate que te quitan todo, que a toda tu familia la envían a un campo de concentración para trabajar como esclavos, y ser asesinados sistemáticamente. En este sitio te quitan hasta tu nombre para ser sustituido por un número tatuado en tu brazo.
Se llamó El Holocausto, cuando millones de personas perecieron sólo por sus creencias..."
Niña: Entonces lo lleva para acordarse el peligro de las políticas extremistas
Señor: No, cariño. Para recordártelo a ti.
“No se plantan semillas de comida. Se plantan semillas de bondades. Traten de hacer un círculo de bondades, éstas los rodearán y los harán crecer más y más”. (Irena Sendler)
"El anonimato es la expresión más genuina del altruismo." (Eric Gibson)