Algunos testimonios de presos y presas en varios campos de concentración, sobre la rutina diaria en los campos y el trabajo forzado.
"El dato esencial es que somos mano de obra. En la medida que no hemos sido fusilados, inmediatamente después de nuestra detención, y en la medida también que no entramos en la categoría de gente a exterminar, pase lo que pase y sea como sea, como sucede con los judíos, nos hemos convertido en mano de obra. Una especia particular de mano de obra, claro está, ya que no tenemos libertad para vender nuestra fuerza de trabajo. [...] Los SS no compran nuestra fuerza de trabajo, nos la arrebatan, sencillamente, por los medios de coacción más desprovistos de cualquier justificación, por la violencia pura y simple. Porque lo esencial es que somos mano de obra. Sólo que, como nuestra fuerza de trabajo no se compra, no es necesario, económicamente, asegurar su reproducción. Cuando se haya agotado nuestra fuerza de trabajo, los SS irán a buscar más [...]."
Joan Escuer:
"Al mediodía del 18 de julio, llegamos a la estación de Saint-Marie-aux-Mines (Haut Rhin), Merkirsch en alemán, donde los nazis habían instalado en un túnel una fábrica de motores de aviones [...]. Yo que trabajaba en un torno automático, tenía que hacer mil cilindros en 12 horas de trabajo diario, una semana de día y otra de noche. Verdaderamente, al acabar la jornada estábamos reventados de fatiga. A esto todavía era preciso añadir las horas de los controles a los que nos sometían las SS; las largas esperas a la entrada y salida de la fábrica, la revista de la mañana y la de la noche, la alimentación insuficiente."
José de Dios Amill:
"Cuando llegamos a la ciudad de Steyr, que era muy bonita, para llegar al lugar de trabajo tuvimos que atravesarla casi de punta a punta. La cruzamos a través de un puente que la dividía atravesando un río bastante caudaloso. Cuando nos cruzábamos con gente que iba por las aceras, al pasar a nuestra altura con el pañuelo se tapaban la nariz, quizás para no sentir el hedor que desprendíamos a nuestro paso por aquellas calles tan pulcras y limpias. ¡Qué miserables éramos!. Aunque es posible que tuviesen motivos, a nosotros nos pareció un gesto de muy mal efecto, despreciativo y carente de humanidad hacia unos pobres reclusos [...].
Después de cruzar media ciudad y atravesar el puente, la mitad de la formación se quedó a trabajar no muy lejos del mismo y el resto continuamos hasta la parte más extrema [...]. El trabajo que teníamos que realizar era de gran envergadura: nada menos que construir un refugio de oeste a este [...]."
Mercè Nuñez:
"Yo estaba cada vez peor. La ropa me caía, no tenía fuerzas y los pies me hacían sufrir cada vez más. Permanecer de pie durante el Appell era una verdadera tortura. Menos mal que ya no me mandaban ir a trabajar.
Por las compañeras me enteré con alegría de que los sabotajes continuos de nuestras mujeres, cada vez más grandes, habían creado en la fábrica una situación caótica y que los capitostes se desgañitaban en vano. Las noticias de los frentes eran magníficas. Los nazis estaban recibiendo, en la misma alemania, una colosal paliza.
A todas las que no trabajábamos en la fábrica nos llevaban a pelar patatas y legumbres a la cocina de los SS. A la salida éramos cacheadas a fondo y ¡ay de aquella que quisiese pasar una miserable patata!. Había un joven SS encargado de esta vigilancia que no usaba los látigos, sino una porra con la que repartía garrotazos sin piedad, a mansalva [...]."
"La escalera ésta tiene 186 escalones e imaginaos por un momento, en la pendiente que hay, que uno caiga desmayado y la piedra va rodando para abajo y entonces los que va a coger si es uno de los primeros. Los crímenes que ha habido aquí, en la cantera... aquí tenéis que tener en cuenta que estaba todo lleno de raíles con vagonetas, había montones inmensos de piedra, había gritos, había palos, había desmanes muy grandes y la gente a la noche, con la poca ración que tenía, un litro de sopa muy clara, y tenían que subir, pues ya muchos ya no podían subir la cantera. El agotamiento físico era muy acelerado y calculaban que un preso normalmente podía vivir tres meses."
Luís García Manzano:
"Lo que era horroroso en aquellos tiempos en que nevaba en el invierno es que la escalera estaba roja de sangre. La nieve no era blanca y eran decenas de hombres que yacían en la escalera muertos o heridos y a los que estaban heridos los liquidaban igualmente los SS. Era un momento también en que cogían a algunos, los llevaban hacia el precipicio que tiene sesenta y cinco metros de altitud y los tiraban abajo. Eran momentos de espanto y mucho miedo."
Francisco Comellas:
"Al despertarnos abríamos la ventana y veíamos a seis, siete, cuatro, ocho que se habían tirado durante la noche a la alambrada eléctrica porque no tenían ganas de vivir un día más."
Lise London (Elisa Ricol):
"Las Ausfseherinnen ya están aquí. Normalmente acuden en parejas. Jóvenes y coquetas, bien peinadas, la mirada arrogante y desdeñosa que nos dirigen revela su convencimiento de pertenecer a la raza de los señores [...]. Una de ellas lleva un perro-lobo amaestrado dispuesto a atacar. La blockova da las novedades en alemán: número de detenidas presentes, lista de las enfermas inscritas para una revisión médica [...]. Con aire de expertas, las Ausfseherinnen observan las filas y verifican si están al completo, cuentan y nos multiplican por cinco: la cifra es exacta. Una vez firmada la hoja de registro, se marchan charlando entre ellas.
Este ritual se repetirá todas las mañanas y todas las noches al regreso de las del turno de día, prolongándose así aún más las doce horas de trabajo forzado de estas desgraciadas mujeres, extenuadas y literalmente muertas de hambre, que son contadas una y mil veces antes de salir de la fábrica. Hasta que no termine el recuento no podrán recibir la sopa que a cambio de un cupón les sirven en las ventanillas de la cocina [...]. Es muy poco. Y a pesar de ello, nuestras raciones disminuyen a medida que los ejércitos nazis van siendo derrotados: el pan, de doscientos cincuenta gramos pasará a ser de ciento veinticinco; la sopa de verduras con avena, en la que alguna vez encontrábamos un pedazo de patata y algo que se parecía a la carne, se convertirá en un caldo de remolacha y hierbas, cada vez más claro, que provoca numerosas diarreas [...]."
"Puede decirse que los españoles contribuimos, en gran medida, como albañiles, carpinteros y electricistas, a la construcción de esa tétrica fortaleza que fue Mauthausen. Cuando llegamos solo había alambradas. Levantamos los muros, las instalaciones [...]. En la cantera teníamos que subir piedras de entre 20 y 40 kilos, en seis o siete viajes que ocupaban una jornada de trabajo de 12 horas diarias. Por la mañana, a las 5.30am, nos formaban y nos daban un café de bellotas tostadas. Al mediodía, una papa hervida o un caldo sucio con cuatro nabos. Por la noche, un pedacito de pan cuadrado. Para ocho personas nos daban un pan de 20 centímetros de largo por 10 de ancho. A veces, había un poco de mantequilla y hasta un pedazo de salchichón sin grasa, como sintético. Y otra vez, café de bellotas.
La primera obsesión era el hambre, que nos llevó a comer carbón, pues a alguien en sus delirios de hambriento, se le ocurrió que la hulla del carbón tenía las mismas propiedades que la margarina. Nos metíamos en los bolsillos pedacitos de carbón sin que nos vieran [...]."
Joaquim Amat-Piniella:
"Las vidas se iban apagando al ritmo de un reloj insensible, y cada muerte era un nuevo galón en el infinito avance del tiempo. Las hojas del calendario parecían ser múltiples todos los días, y cada hoja era un hombre que renunciaba a la lucha y se encomendaba a la protección de la oscuridad que todo lo borraba. Ferozmente diezmada por los embates del clima, la formación encontraba infatigable repoblación en los contingentes que a diario llegaban a engrosar las filas del holocausto. Y cada día era un calco del anterior; los mismos gestos, las mismas voces, las mismas palabras, los mismos sufrimientos. Ninguno de los días venideros aportaría innovaciones esenciales, y cuando se daba alguna transformación, ésta era tan lenta e imperceptible que la vista, acostumbrada a los pequeños incidentes y al dolor enorme e inmediato, no llegaba a advertirla. Aquella luz próxima y violenta que subrayaba con nitidez el relieve del tormento personal impedía apreciar que en el campo brillaban millares y millares de luces individuales. Los millares de luces se convertirían en una sola, y aquella masa incandescente terminaba devorándonos sin remisión. La ley del campo imponía a cada individuo el autismo en la relación con sus semejantes. El egoísmo era la única arma eficaz contra la acción del tiempo, pues los egoístas contaban con el privilegio de domeñar el calendario. Los egoístas y aquellos a quienes la suerte protegía caprichosamente con su coraza."
Tomàs Salaet:
"[...] Allá (en el campo) nos hicieron formar. Salió un preso político alemán; era un kapo de vara, un hombre de confianza de las SS. Decían que era un SS castigado. Le llamábamos "Enriqueta". Era un elemento, él mismo lo decía, que había estado como técnico en la central de productos químicos de Flix (Tarragona). [...] El campo reflejaba la sociedad: gente rica y gente pobre. Los "enchufados", los kapos de vara y los jefes de barraca estaban todos al servicio de las SS, representaban los ricos del campo. Los kapos de vara suministraban el palo y los garrotazos, y si mataban a alguno, pues le mataban. Los mismos presos se encargaban de toda la administración del campo. Los SS sólo daban órdenes; ellos mandaban y los otros hacían [...]."
Fuentes: Los campos de concentración nazis; Rosa Torán (Ed. Península), El exilio español (1936-1978); J. Martín Casas y P. Carvajal Urquijo (Ed. Planeta).
"Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos." - Simón Bolívar.
38 Comentarios: (+añadir comentario?)
Después de leer un post así,e intentar escribir un comentario,es difícil poder pensar y que no te salgan insultos vulgares, de rabia... pero soltarlos seria muy fácil y ponerse a su misma altura...
Lo que me viene a la mente así de pronto, es seguramente, los soldaditos de la SS no hubieran aguantado una semana a ese ritmo...
Hola Nikkita
No me he podido conectar mucho últimamente, y la verdad es que echaba de menos algunas lecturas.
Cuesta creer que un preso tuviera una esperanza de vida de tres meses... pero teniendo en cuenta las diversas circunstancias adversas, yo no los hubiese aguantado.
Me ha impresionado mucho la foto de la alambrada con los cadáveres a sus pies, y el relato de Francisco Comellas explicando que eso era lo que veían al despertar...
Muchos besos
Oscar, seguramente la mayoría se habrían derrumbado a la primera.
Besos
Gatita, sin problemas :). Era una imágen habitual porque no todo el mundo tenía la misma fortaleza mental para resistir.
Muchos besos.
Resulta estremecedor el testimonio de cada uno de ellos. Y se nos debía de llenar el alma de vergüenza ajena y aprender del pasado para no repetirlo en el futuro. Buena entrada Nikkita. Besos.
Gracias meg, la verdad es que a mi me da vergüenza ajena cuando veo que se pone en duda todo esto.
Besos.
Nikkita...
Son desgarradores los testomonios, todos. Especialmente el de Luis Garcia Manzano en el que incluso los tiraban de un precipicio. La verdad es que espeluznante y horrososo, todavia no me explico como algunos aguantaron tanto, ganas de vivir y fe en el mañana supongo, porque si no no tiene explicación.
Muchos besos
No me extraña que haya gente que dude de que el Holocausto existió, es tan horrible lo que nos cuentas, que parece mentira que hubiese gente tan perversa.
Un abrazo
De nuevo he leído con sumo interés tu magnífico artículo sobre las penurias de los damnificados del genocidio nazi. Por desgracia, me da la sensación que esto no se enseña en las escuelas, institutos, universidades, pues la generación de hoy en día solo se preocupa por el bienestar propio, haciendo de cualquier pequeño contratiempo un escándalo. Esperemos que la memoria colectiva no se quede borrada, `para evitar así en el futuro que este infierno se repita.(aunque luego tenemos el caso de los balcanes, bien reciente en la historia). Recibe un besote superlativo, compi. Y una espina de besugo para tu gato. Je je.
Es realmente espeluznante el relato de los testigos de aquella atrocidad, vivían como esclavos o peor, como ratas. No me extraña que algunos encontraran alivio arrojándose a las alambradas electrificadas y así poner fin a sus miserables días.
Y esos "kapos", peores a veces que sus verdugos, vendidos por una mugajas. Ya sabes el dicho que reza: "no hay peor tirano que un esclavo con un látigo en la mano."
Saludos.
No sé muy bien si es terrible o afortunado el que olvidemos tan pronto, o lo que es peor/o mejor (que tampoco lo sé muy bien), el que desconozcamos. En cualquier caso y, objetivamente... tremendo!!
Un abrazo.
Estupenda entrada para aprender de todos los testimonios, que expones. Horroroso¡ Saludos
Hola Félix, en la cantera era una de las formas habituales de morir. De hecho, los SS a ese punto por el que los tiraban lo llamaban "el salto del paracaidista".
Besos.
Josefina, a mi si me extraña, y es algo que no entiendo, pero bueno, existe.
Un abrazo
Hola Robert, llevas razón, y a eso has de añadirle la defensa que hacen de las esvástica los "crios" sin tener ni idea de lo conlleva detrás.
Besotes gigantes para ti y recuerdos a Bogus Bogus.
Cayetano, así es. Te dejo una frase de Paulo Coelho:
¿Cómo juzgar en un mundo donde se intenta sobrevivir a cualquier precio, a aquellas personas que deciden morir? Nadie puede juzgar. Sólo uno sabe la dimensión de su propio sufrimiento, o de la ausencia total de sentido de su vida.
Saludos
Blogdelosmudos, me alegra tenerte por aquí :). Este olvido, para mi es más terrible que afortunado, y el desconocimiento de mucha información de esta época, también lo es.
Un abrazo!
Ramon, de todos los testimonios podemos sacar algún aprendizaje. Gracias, como siempre por pasar.
Saludos
la deshumanización más absoluta
Difícil, muy difícil, poder articular palabra después de esta entrada que al mismo tiempo que espeluznante es apasionante sabemos cosas que por alguna "teoria" es como si la escondiesen ¿Porqué? Siempre digo lo mismo, mentes retorcidas, locos, enajenados, pero no uno solo, no¡¡ Todos los que rodeaban a ese infame loco que tanto daño hizo, pero claro, luego estaban las hojas de alrededor que creo que eran peor, que tristeza¡¡¡
Un beso muy fuerte
De eso se trataba Jose Luis, de anularles.
Saludos
Hola Higorca, ya lo he dicho otra veces, bajo mi punto de vista de aquella época y aquellos sucesos no se libró nadie, ni los locos, ni los que los rodeaban, ni los cuerdos.....y si, es muy, muy triste.
Un beso muy fuerte.
Hay testimonios que te congelan.
Como siempre un excelente artículo
Cariños Nikkita
Elisa
Muchas gracias Elisa.
Cariños.
Hola Nikkita, el hambre, de eso de eso podría yo contar muchas cosas. Pero aún eran peores las contínuas humillaciones y desprecios a lo que eran sometidos aquellos que no iban destinados a morir sino para mano de obra. esos contínuos cacheos y controles. Eran peor tratados que animales. Me imagino la ira contenida de esta pobre gente. Y que nadie hubiera tenido un gesto para con ellos.
Besos y buen finde
Hola Katy, no estoy muy segura de que realmente tuvieran ira contenida. De la gran mayoría entiendo que canalizaban las fuerzas que les quedaban en sobrevivir más que en odiar o sentir ira, lo que si es triste es que nadie tuviera un solo gesto.
Que pases buen finde. Besos.
Si no los hubieran considerado fuerza de trabajo el genocidio hubiera sido mucho mayor aun. Al menos mientras los necesitaran para trabajar procuraban que sobrevivieran, aunque fuera en las condiciones mas lamentables posibles. Eso salvó a muchos.
En cuanto a lo de trabajar pelando patatas y legumbres, qué suplicio para quien tiene hambre ver pasar la comida por sus manos y no poder llevarse a la boca ni una miserable patata. No me sorprende que muchas personas se acabaran tirando a la alambrada electrica.
Cómo sería para llegar a comer carbon! Yo no sé ni cómo no se envenenaban los pobres. No tenia ni idea de que el carbón fuera comestible.
Y, por cierto, que belleza de descripcion la de Joaquim Amat-Piniella.
Feliz fin de semana, madame
Bisous
Hola, me gusta tu blog, tu trabajo de documentación, las imágenes de los post. No me gusta lo que tarda en cargar y, que no tengas activada la opción de comentar con URL.
Saludos
Hola Nikkita te dejo un regalo personal en mi blog., espero que lo aceptes. Ya se que supone algo de trabajo pero creo que merece la pena. Va con mi cariño
http://katy-pasitoscortos.blogspot.com/2010/02/dar-amor-es-gratis.html
Un beso
Madame, el tema del carbón fue la consecuencia del hambre... a alguien se lo ocurrió decir que tenia las mismas propiedades que la margarina, y también cogían bichos del bosque, o cualquier cosa que pensaban que les podía dar algo de energía, pero claro, siempre a escondidas.
Buenas noches.
Besos.
aspirinasyotrastonterias, gracias, tendre tu opinión en cuenta.
Saludos
Katy ya pasé por él y te deje comentario :))).
Un beso!
"El campo reflejaba la sociedad: gente rica y gente pobre". Tremendo
Miguel, tremendo, pero si te paras a pensarlo, tiene cierta similitud. Es algo que no pensé hasta leer el testimonio.
Buen sábado.
Tremendo Nikita, tremendo. Gracias por tu trabajo, es lo único que puedo decirte.
Besos
Nela
Hola Nela!, si que lo es... gracias a ti por pararte por aqui :).
Besos
Tremendamente interesante, como de costumbre; y como de costumbe, soy incapaz de imaginarme esas condiciones de esclavitud, esa demencia institucionalizada. Es como un muro de piedra que mi mente no pudiese saltar.
Pero es necesario, escribirlo, divulgarlo, leerlo, pensar en ello. Muchas gracias por darme(nos) la oportunidad.
Hola explorador, muchas gracias a ti por leerlo y pasar por aqui :). En muchas de estas cosas si es necesario pensar a veces.
Buen fin de semana.
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