Cristino García Granda, terrorista para España, y héroe para Francia, llamado por las poblaciones de los Departamentos del Gard, de Lozere y del Ardeche, “
el libertador de los tres departamentos”, fue un asturiano, considerado por los historiadores corno el más destacado héroe español de la Resistencia contra la ocupación nazi de Francia, al que se debe
la increíble victoria de La Madeleine, además de la liberación de centenares de presos de la cárcel de Nîmes y la toma de Foix.
Nació el 3 de junio de 1.913 en Viodo, comarca asturiana de Gozón, y como la mayoría de sus paisanos trabajó como minero, y tomó parte en la revolución de octubre de 1.934.
En 1.936 trabajaba de marinero, encontrándose en Sevilla en el momento de la sublevación militar que inicia la
Guerra Civil. La tripulación del barco se amotinó, se hizo con el mando y dirigió su rumbo hacia Gijón en
zona republicana. Durante la guerra civil participó activamente en diferentes combates
alcanzado por sus méritos el grado de teniente en el XIV Cuerpo del Ejército Guerrillero, y en 1.939, tras finalizar la guerra, se exilió a Francia donde fue internado en el
campo de concentración de Argeles-sur-Mer durante once meses, saliendo a trabajar con otros mineros asturianos y vascos a las minas de carbón en el departamento de Gard, formando parte rápidamente de la dirección del
PCE clandestino en la Grand Combe.
Entre finales de 1.942 y comienzos de 1.943, empiezan a formarse los
primeros grupos guerrilleros que poco después constituirían la 21ª Brigada, perteneciente al
XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles, mandada por Cristino.
El XIV Cuerpo de Ejército de los Guerrilleros Españoles estaba integrado en los Franc-Tireurs et Partisans (
FTP), fundados en marzo de 1.942 por el Parti Comunista Français (
PCF) y formados a su vez por miembros de dos organizaciones bajo control comunista, la Organisation Spéciale (
OS), que databa de 1.940, y la Main d´Oeuvre Immigrée (
MOI). Estaba formado por
siete divisiones y 31 batallones, que ocupaban otras tantas regiones y departamentos en el mediodía. Jesús Ríos García es nombrado primer jefe del XIV Cuerpo y, al ser detenido en 1.943, lo sustituye Saturnino Gómez “Margallo”. En mayo de 1.944 el XIV Cuerpo, ante el crecimiento exponencial del número de miembros, se convierte en la
Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE). La Agrupación de Guerrilleros, aunque dependía teóricamente de las Fuerzas Francesas del Interior (
FFI-MOI), constituidas en diciembre de 1.943, disponía de una total autonomía y sus vínculos se reducían a la ayuda mutua.
Con la incorporación de nuevos combatientes voluntarios a la lucha guerrillera, se van creando nuevos grupos y facilitando al mismo tiempo el fortalecimiento, desarrollo y extensión del movimiento guerrillero y la constitución de la 3ª División, bajo el mando del comandante Cristino García, por lo que Cristino manda la 21ª Brigada, que actúa en la región de Gard, desde marzo de 1.943 hasta enero de 1.944, y la 3ª División, que actúa en las regiones de Gard, Ardèche y Lozère, desde enero hasta agosto de 1.944. La 3ª división estaba formada por las brigadas 15ª, 19ª y 21ª.
Hasta principios de 1.944, las
acciones guerrilleras en los tres departamentos, Gard-Lozere-Ardeche, en general, estaban orientadas a realizar
actos de sabotaje en las instalaciones mineras, en las líneas de conducción eléctrica, en centrales y transformadores, vías de ferrocarril, recuperación de gasolina y alguna que otra cosa más.
Sus ataques lograron
disminuir la producción minera de la zona en un 60%.
A partir de primeros de 1.944 es cuando empiezan las acciones guerrilleras. Cristino formó parte de
tres grandes hazañas.
La primera gran hazaña realizada por Cristino, fuera de las zonas habituales de actuación y que causó un gran impacto en todo el Mediodía de Francia,
fue el asalto a la Prisión Central de Nimes, realizado la noche del 4 de febrero de 1.944.

Esta cárcel estaba considerada poco menos que inexpugnable. Su administración pasaba por ser una de las más duras de todos los penales del país, por ser
una prisión especial, en la que recluían a los presos reincidentes, traficantes de droga, chulos, matones, etc, y desde 1.940, numerosos patriotas resistentes.
Oficialmente les estaba totalmente prohibido tener ningún contacto con nadie del exterior, ni recibir ningún paquete, por lo que, dado el modelo de prisión, era casi imposible intentar una fuga sin ayuda desde dentro, y por ello, desde 1.943, la organización de resistentes franceses había comenzado a estudiar la manera de organizar la acción desde el interior de la prisión.
El 16 de octubre de 1.943, a las cuatro de la mañana, llaman a formar a 163 presos políticos, y después de cachearles minuciosamente, uno a uno, les bajan al patio. Sin más aviso, les hacen formar y empiezan a encadenarles. Durante la conducción, en la avenida más céntrica de Nimes, el Boulevard Jean Jaurés, los resistentes encadenados van cantando a voz en grito la Marsellesa y, muchos de ellos, también la Internacional (meses después, entre el 19 y 23 de febrero, esos mismos presos participan en la sublevación de la Prisión Central d´Eysses, que termina con el fusilamiento de doce de ellos.)
El resto de presos que quedan en la cárcel de Nimes,
corren el peligro de ser deportados de un momento a otro, por lo que el Estado Mayor de la Resistencia francesa de la zona sur acelera la preparación de su liberación mediante una operación de rescate, consistente en el asalto a la prisión. La orden de realizar el ataque, para
liberar a políticos que van a ser enviados a los campos de exterminio de Alemania, se da a mediados de diciembre de 1.943.
Cristino se traslada desde La Grande-Combe a Nimes con catorce de sus hombres, después de haber estudiado el plan de ataque con Gabriel Pérez y Pedro Vicente, y Carlos Alonso, a mediados de enero de 1.944.
Para realizar la operación era necesario disponer de un
punto de apoyo y refugio de los guerrilleros, que a la vez sirviera para que los indocumentados y perseguidos pudieran esconderse mientras se les enviaba a otro lugar seguro, por lo que Cristino propone a Pedro Vicente alquilar una casa que reúna las condiciones apropiadas, ya que su mujer Josette es ciudadana francesa y no existirían inconvenientes en cuanto a los trámites para conseguirla. Unos días después, alquilan una casa en la calle de Arenes, a unos 150 metros de la prefectura de policía y no lejos de la casa cuartel de la Gestapo y sede de la organización paramilitar de los fascistas y colaboradores de la milicia francesa creada por el Gobierno de Vichí.
Poco a poco s
e van ganando la simpatía de ciertos guardianes, particularmente de un joven llamado Luis, mediante cuya colaboración consiguen levantar un plano de la situación y emplazamiento de la prisión hasta sus más mínimos detalles. Luis, se muestra dispuesto a colaborar hasta el final, siempre y cuando le garanticen que no va a haber derramamiento de sangre, y
día a día, pasa las pistolas camufladas en la entrepierna, y las esconde en un sótano debajo de la viruta, al que pasa levantando una trampilla que a continuación cierra para no dejar el hueco al descubierto. Así consigue pasar más de 20 armas.
El 3 de febrero de 1.944, durante todo el día,
van llegando escalonadamente, uno tras otro,
los guerrilleros que van a participar en la operación rescate. El último en hacerlo es Cristino, acompañado de Enrique, el “Canario”. Todos llevan pistolas y algunos varias bombas de mano de fabricación casera. La operación está prevista para el día siguiente. Disponen de cinco vehículos, dos turismos y tres camiones, para evacuar a los presos una vez rescatados y a los guerrilleros encargados de escoltarlos.
Como la casa que alquilan está amueblada, la dueña de la vivienda tiene la obligación de declarar el cambio de inquilino, cosa que hace unos días antes. La casualidad hace que
el día que se va a realizar el asalto a la prisión, cuando todos los guerrilleros españoles que van a participar en la operación se encuentran en la casa,
llaman a la puerta a las 8 de la mañana
cuatro agentes de la Gestapo, dos franceses y otros dos alemanes.
La mujer de Pedro Vicente, Josette, que acaba de cumplir 18 años, da pruebas en aquellas circunstancias de un aplomo admirable. Dice a los guerrilleros que se escondan y que le dejen a ella recibir a los policías, y contestando a las preguntas que le hacen, les explica que vive sola con su marido, que esperan la próxima llegada de sus padres, cuando se jubilen, y que su marido trabaja en las minas de Alès. Puntualizándoles que aquel día se encuentra en casa, por estar dado de baja por accidente, para someterse, en los servicios médicos, a la visita periódica de inspección. Ofrece una taza de café a los policías, que la rechazan, diciéndole que volverán al día siguiente.
Cuando por fin se despiden, y Josette se asegura de que se han alejado de la casa, Pedro y su esposa abren la puerta vidriera del salón y ven a los catorce guerrilleros, pistola en ristre, que los reciben jubilosamente felicitando a la estupenda joven por haber sabido sortear tan elegantemente el grave peligro de hacía unos instantes, que a todos les habían parecido siglos.
Al anochecer, entre dos luces, uno a uno van saliendo de la casa donde les esperaba el grupo de maquis franceses, que van a participar junto con ellos en el asalto a la prisión, y,
liderados por Cristino, liberan a cientos de detenidos políticos.
La segunda proeza de Cristino consistió en la toma de la ciudad de Foix, capital de Ariege, el 19 de agosto de 1.944.

La Resistencia ordena a la
3ª División de Guerrilleros que conquistara la ciudad, un auténtico hervidero nazi, y Cristino se pone inmediatamente a elaborar el temerario plan. Piensa ejecutar la maniobra con el ataque simultáneo de sus tres batallones, pero, a la hora de iniciarlo,
solamente cuenta con una unidad. Las otras tres marchaban a pie, debido a extrañas y coincidentes averías de los transportes.
Aún así, decide realizar la operación, sirviéndose del único batallón disponible, el de Abascal, reservándose emplear los tres restantes cuando llegaran a Foix. Con tan pocos efectivos, pone en práctica una
antigua táctica de diversión: fingir un ataque por una zona y descargar el golpe en otra. Cristino deja que un pequeño grupo, con alto poder de fuego, atacara el puente a la entrada de la ciudad, sólidamente defendido por los alemanes, hasta convencerles de que la ofensiva llegaba por aquel sector.
En cuanto los alemanes reforzaron la posición atacada a expensas de los demás, lanza el resto de grupos contra las otras posiciones, debilitadas, con lo que
provoca un gran desconcierto y logra una aparatosa retirada. Se repliegan todos en el Liceo y en él se hacen fuertes. A Cristino le falta dotación para sostener el cerco formal del Liceo y manda que Abascal salga a por municiones, mientras él aguanta con el resto de la gente.
Una telefonista, empleada en la PTT local, avisa al jefe de la División que los alemanes han pedido refuerzos y que sale de Tarascón un tren hacia Foix. Abascal y los tres hombres que le acompañan
inutilizan el tren e inmovilizan los refuerzos que llegan en él, cazándoles en la estación con disparos de ametralladora y granadas de mano, hasta que los restantes se bajan del convoy con los brazos en alto, tras haber arrojado las armas. Así, inesperadamente,
obtienen el refuerzo en armas y municiones que tanto necesitan.
Mientras llegan a Foix los otros tres batallones, someten el Liceo a fuego de mortero, siempre
sin dejarse ver por los alemanes, solamente dejándose sentir, y pronto ondea una bandera blanca en el asta del edificio. Los prisioneros pasan a engrosar el número de los que se habían rendido en la estación unos instantes antes. Por el bando alemán, 80 muertos y heridos y 200 prisioneros. Por la Resistencia, dos guerrilleros muertos y otros dos heridos.
Muchos de los prisioneros alemanes hubiesen preferido la muerte a la vergüenza de tener que desfilar por las calles de Foix entre sus vencedores, un puñado de “astrosos terroristas”, que se habían atrevido a derrotar a un destacamento de la Wehrmacht.