Alfonso Maeso Huerta III

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Llegada a Mauthausen.

Viajaron en tren desde Francia, durante toda la tarde y la noche, en viejos vagones de transporte de animales, con los ventanucos del vagón cegados por alambradas, hacinadas más de 100 personas en el vagón de Alfonso, con problemas para poder respirar, usando el mismo vagón para hacer sus necesidades, y dándose calor unos a otros.

Con la moral casi destruida, el 1 de enero de 1.941 llegaron a Mauthausen a la 1 de la mañana.
Soldados gritando con perros ladrando, se encargaban de que bajaran del vagón lo antes posible. Y ahí fue donde Alfonso vio por primera vez a los Kapos que, armados con palos cortos de madera, pegando a los presos, organizaban el desalojo del tren.

Una vez desalojado el tren, y convertidos los presos en seres sumisos, formaron en columnas de 5 filas y recorrieron los 4 kilómetros que separan el pueblo del campo, en silencio y aterrorizados.

Alfonso consiguió hacer el camino pasando desapercibido, sin quedarse rezagado, lo que le libró de recibir golpes.

Al llegar al Campo, lo que más le impactó fueron el águila sobre la entrada y los soldados apostados en alto con sus ametralladoras.


Al entrar en el Campo, lo primero que vio fueron las barracas. 20 en aquel momento.
Formaron durante un rato, pasaron por turnos a la desinfección y la ducha, les cortaron el pelo y recibieron una camisa y un traje a rayas horizontales azules y grises con un número en la solapa.
Alfonso recibió el número 3447, y sobre ese número, perteneciente a un preso exterminado, un triángulo azul con una "s" en el centro.
Les dieron también unas botas con  las suelas de madera, un gorro, un abrigo gris muy fino y unos guantes.
A continuación les llevaron a las barracas.
La primera barraca que habitó Alfonso fué la número 18, donde estuvo unos años. Allí encontró unas mantas, una saca de paja y algunas briznas, que se convirtieron en su cama durante los primeros años, durmiendo sobre el suelo

Pasada la primera noche, iniciaron la cuarentena. Durante ese tiempo ninguno de ellos trabajó. A cambio, la ración de comida era la mitad. Solo salían de la barraca para ir a buscar la comida y para formar para el recuento de los ss.

Republicanos españoles en Mauthasen

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