Testimonios: Renacer a la vida tras la liberacion.

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En todos los casos, tras la liberación, las realidades de retorno fueron diferentes. Salir vivo de un campo de concentración llevaba aparejada la angustia por la suerte de los amigos y familiares, y la toma de conciencia de que era preciso afrontar de nuevo la vida y había que convivir con el recuerdo de la experiencia en el futuro y para siempre.
El caso de los republicanos españoles además, fue excepcional. Seguían siendo apátridas como cuando entraron en el campo.

Trudy Spira (deportada a Auschwitz a los 11 años):
"Yo no podía dar paso alguno y me quedé en el hospital. El 18 de enero de 1.945 los alemanes decidieron abandonar el campo y se llevaron a los prisioneros que todavía podían caminar. Incendiaron la cámara de gas, el crematorio, los archivos. El campo quedó ardiendo, pero el fuego no llegó a la barraca en la que estaba. Por la mañana se reunieron los sobrevivientes y salieron a buscar lo que podían de comida. Pero a los 5 días regresaron los alemanes, aún más brutales: el sábado 27 volvieron a huir. Ese mismo día llegaron soldados rusos, pero como estaban celebrando con disparos y borrachos, la gente se encerró en las barracas. Al día siguiente llegaron los oficiales y nos dijeron que estábamos liberados.
Yo dije: ¿Qué querrá decir liberado ahora?, no puedo valerme por mí misma. ¿Qué tengo allá afuera?, ¿adónde pertenezco?, ¿dónde está mi familia?. La suciedad en que nos encontrábamos obligó a afeitarnos de nuevo. Estábamos tan sucios que teníamos que espantarnos los ratones de encima. Por mi incapacidad tuve que quedarme hasta mayo en el campo. Tenían que alimentarme con un gotero. Durante ese tiempo, los rusos filmaron a los sobrevivientes. Fui sometida a tratamientos y operaciones dolorosas que ahora me permiten caminar.
Después de muchas vicisitudes (en las que hasta fui a esperar a mi padre a la estación, pero el hombre que apareció no era él), logré de nuevo reunirme con mi hermano y mi madre. Decir lo que sentí cuando logré reunirme con ellos es algo imposible. Decidimos dejar nuestras propiedades, lo que nos quedaba, y rehacer nuestras vidas en otro lugar. Recorrí medio mundo: Irlanda, Canadá, Israel, donde al final me radiqué hasta que me casé con un venezolano. Mi esposo también estuvo en un campo, por lo que nuestros recuerdos se multiplican por dos. Pero él jamás habla de sus experiencias en público. Nos casamos en Israel en 1.955. No me interesan nuevos juicios para probar nuestro sufrimiento. Lo que sí importa es luchar contra el olvido."

Lise London:
"La euforia del retorno cede paso, brutalmente, a pensamientos angustiosos que hasta entonces habíamos procurado alejar de nosotras para conservar intactas nuestras fuerzas y no caer en la desesperación [...]. A cada kilómetro que pasa, aumenta mi angustia. Después de haber deseado tanto este regreso para "no separarme nunca de los míos" siento miedo. ¿Qué sucederá?. De los 4 deportados que hay en mi familia, ¿a quienes encontraré? [...].
El tren reduce la marcha, nos acercamos, y nuestros corazones laten con más fuerza a cada paso. Entramos en la estación del Este, decorada como para un 14 de julio. Nos reciben con honores militares y música interpretada por la banda de la guardia republicana. Emocionadas, oímos por primera vez "El canto de los partisanos", seguido de una vibrante Marsellesa que me arranca las lágrimas. Recuerdo el día que partimos hacia la deportación, cuando en aquella misma estación, empujadas y golpeadas por los SS, también entonamos La Marsellesa para llamar la atención de los transeúntes."

Fred Uhlman:
"Cuando regresé a Stuttgart después de la guerra, me sentí como un forastero. La ciudad no era más que un "grand cimetière sous la lune" en el cual me movía como un fantasma entre fantasmas. Las ventanas, que en otros tiempos se habían abierto, ahora estaban vacías. Yo esperaba, pero nadie sacaba la cabeza.
Fui al cementerio judío y, después de buscar mucho rato, encontré la tumba que había ido a ver: la de la abuela Lina Uhlman, Elsas de soltera, que se había portado tan bien conmigo. Me habría gustado visitar las tumbas de mis padres y de mi pobre hermana, pero sus tumbas (si es que tenían) estaban lejos, en algún lugar entre Belsen y Auschwitz. Me cayó el mundo encima. Lloré como no había llorado nunca y como espero no volver a llorar jamás. Tenía 50 años. Lloré por mis familiares asesinados, por mis amigos muertos, por mis recuerdos envenenados, por los miles y miles de judíos y cristianos asesinados. Lloré por Alemania, lloré por las ruinas de las bellas ciudades antiguas, el telón de fondo de mi juventud. Lloré por la fe y la esperanza perdidas, y por la fugacidad y la falta de sentido de la vida."

Joaquim Amat-Piniella:
"También el incendio ha menguado: el campo ha quedado otra vez sumergido en la oscuridad. Atrás queda un pasado de horrores; delante se abre un porvenir de esperanzas. El humo persiste pegado a la tierra, como si quisiera afirmar su triunfo sobre el otro humo, el del crematorio [...]. Necesita saber con seguridad que la victoria de esta noche no ha sido un sueño, sino el triunfo real del Hombre sobre el espíritu del campo nacional (socialista) el enemigo yace sin vida, pero aún tibio."

Josep Egea Pujante:
"Cuando abrieron las puertas, fue un día muy feliz. Pero la libertad nos venía grande. No sabíamos qué teníamos que hacer, dónde teníamos que ir, qué decidir. Es cierto que habíamos vuelto a nacer. Nos abrazábamos, llorábamos de alegría como unos benditos, chillábamos, estábamos tan emocionados que [...]. Más tarde, cuando llegamos a París, los cerca de 250 españoles de Mauthausen fuimos al Hotel Lutecia, donde la Cruz Roja nos dio ropa, zapatos y tiques para la comida. Todo era nuevo. Yo me sentía extraño. Creo que todo vino demasiado de golpe, que no estábamos preparados para afrontar la vida en sociedad de golpe, con personas normales [...].
No. No me siento distinto a los otros. Seguro que no. Pero, en cambio, me han quedado fuertes impresiones grabadas en el cerebro que no me dejan dormir. A veces me llega un no sé qué muy profundo, que parece que me ahogue. Esto, sobre todo, me pasa cuando veo a alguien que pega a un niño. Me llega esta sensación. No puedo soportar que peguen a un niño."

Antoni Alquézar:
"Primero fui a París. De allí a un centro sanatorio de los Alpes Marítimos franceses, porque estaba muy mal de salud; después a Perpinyá, donde me reuní con mi prometida, y finalmente me decidí por vivir en América. Llegamos a Caracas en 1.953, donde empecé trabajando de conductor, y con los dineros ahorrados instalé una granja de pollos de engorde. Todo nos fue bien hasta los años setenta, cuando un cambio político y la invasión de productos norteamericanos que reventaban precios acabó por hundirnos el negocio. Nos arruinamos. Y de Venezuela, en el año 1.972, regresamos a Barcelona."

José de Dios Amill:
"En todas las ciudades francesas, grandes y pequeñas, habían constituido un comité pro ayuda a los presos de guerra y en especial a los deportados. Cuando el comité de Nancy se enteró de que había aterrizado un avión americano por circunstancias climatológicas, y que era portador de un deportado enfermo, acudieron a toda prisa al aeródromo. Efectivamente, vieron un deportado de Mauthausen al pie del avión con el traje rayado [...]. cuando me divisaron vino hacia mi un grupo de encantadoras muchachas [...], me abrazaron, me besaron; no sabían cómo atenderme y manifestarme su afecto, y yo en francés les daba las gracias [...]. Desde luego habían regresado muchos prisioneros de guerra franceses, pero los deportados aún estaban en Alemania y por cuestiones de transporte tardaron algunos días en llegar [...].
Tampoco recuerdo con qué medios llegué a un lugar tan adorable y precioso como uno pueda imaginarse. Nos instalaron nada menos que en unos preciosos jardines de un enorme castillo a orillas del Loira. Allí en el límpido césped habían instalado unas amplias tiendas de campaña con unas comodísimas camas [...].
Durante algunos días íbamos por las calles de París vestidos con el traje de deportados y esto nos abría las puertas hasta que a los seis o siete días nos dieron ropa de civil. Además todo lo teníamos gratis: teatros, cines, musicales, metro, autobuses, en fin, todo. No teníamos dinero ni falta que nos hacía, incluso si entrábamos en algún bar a tomar un refresco el dueño del bar nos invitaba y los clientes también nos querían invitar [...]."

Fuente: Los Campos de Concentración Nazis, palabras contra el olvido; Rosa Torán (Ed. Península).
" Se tardan veinte o más años de paz para hacer a un hombre, y bastan veinte segundos de guerra para destruirlo." - Balduino I

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38 Comentarios: (+añadir comentario?)

Cayetano dijo...

Debió ser impresionante. Un ejército de muertos vivientes, que daban ya su miserable vida por perdida, intentando adaptarse de nuevo a una vida normal. No hay mente que aguante esto. Debió ser fortísimo.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Me imagino que a ninguno de ellos se le olvidaría, ni por un segundo de su vida, la experiencia vivida en los campos de concentración...

Tiene que ser muy duro vivir todas esas dramáticas experiencias dentro de la cabeza.

La vuelta a la normalidad, toda una experiencia.

Un saludo!

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

hasta que punto llegaron a deshumanizar a estas personas... para llegar a no saber que hacer tras la pesadilla. Una vez leí que incluso tras la "liberación" aún hubo suicidios entre ellos, en aquellos días lo de la ayuda psicológica aún no se estilaba y hubiera hecho muchísima falta

Explorador dijo...

Creo que la última cita es acertada...debe ser imposible vivir sabiendo lo que has aprendido, viendo lo que has visto...es una realidad diferente, que debió ser durísimo soportar. De hecho, tengo entendido que el número de suicidios fue elevado, aunque fuera muchísimos años después...

joanfer dijo...

Siempre he pensado que somos el resultado de lo que hemos vivido. Qué difícil deber ser mirar hacia adelante después de haber sufrido todas y cada una de sus historias. Què diferente es su futuro a cómo se imaginaron antes de que les sucedieran tales barbaridades. Qué difícil debe ser el seguir caminando mientras luchas con ese olvido...
Petons! ;)

Katy dijo...

Hola Nikkita
"luchar contra el olvido." Para muchos es imposible cundo llevan la carencia, el miedo y el hambre, tu familia y tus pocas pertencias perdidadas en el alma. Has citado tantos nombres y lugares comunes. Fin de la guerra, apatridas, Stuttgart, Venezuela, campos de emigrantes o refugiados, la patria perdida, buscar un futuro... palabras que resuenan en mi oido de haberlas ecuchado mil y unas veces, a tantas personas que arroparon mi ninez.
En fin que razón tiene Balduino I
"Se tardan veinte o más años de paz para hacer a un hombre, y bastan veinte segundos de guerra para destruirlo."
Besos

La Dame Masquée dijo...

Impresiona ese modo de Lise London de narrar en presente. Y tambien lo que cuenta Pujante, sobre el dia que abrieron las puertas, cuando al llevarlos al hotel y proporcionarles la cruz roja lo necesario se sintieron extraños tratando con "personas normales", como él dice. Realmente hasta volver a adaptarse a la normalidad debia de ser dificil despues de una experiencia asi.

Madame, que bueno que ha vuelto usted!
Espero que haya tenido unas hermosas vacaciones, aunque fueran cortitas.

Buenas noches

Bisous

Anónimo dijo...

Son testimonios estrenecedores !!!cuanto debieron sufrir!!!!y cual extraña les debio de parecer esa libertad, pues pienso que el miedo no se espanta en minutos ni en dias y ese mismo miedo seria el que les hiciera dudar que era real su libertad...!!cuantos horrores ocurren en esta vida, jolin!!
abrazos Nikkita

Nikkita dijo...

Cayetano, imagínate, las ciudades destrozadas por la guerra, y los supervivientes deambulando... como dicen en uno de los testimonios, fantasmas entre fantasmas.
Un saludo

Nikkita dijo...

Pablo, "normalidad", después de lo que llevaban a las espaldas.... y tras una guerra en la que ya nada era "normal". Si debe ser toda una experiencia.
Un saludo

Nikkita dijo...

Jose Luis, aún aquellos que recibieron cierta "ayuda", al cabo de los años, acabaron por suicidarse. Hubo mucha gente que no pudo convivir con sus recuerdos.
Saludos

Nikkita dijo...

Explorador, imposible no es, porque muchos han vivido con ello, pero extremadamente difícil si debe ser. Efectivamente se suicidaron muchos, y no inmediatamente, si no al cabo de años.
Saludos.

Nikkita dijo...

Hola Joanfer, me ha encantado tu frase: somos el resultado de lo que hemos vivido, aunque para mi es más bien el resultado de cómo afrontamos lo que hemos vivido. En cualquier caso, debe ser durísimo convivir con ello en tu cabeza.
Un petonet ;)

Nikkita dijo...

Hola Katy, al decir "luchar contra el olvido" se refiere a la lucha de los supervivientes para que no se olvide que aquello pasó. Para ellos era/es más importante que se recuerde lo que pasaron, que el que se busque "justicia".

En la guerra es fácil destruir un hombre, y en aquella más....

Besos.

Nikkita dijo...

Madame, Lise London probablemente lo está reviviendo a la vez que lo está contando. Tras tantos años en aquellas circunstancias, convivir con "gente normal" debía parecerles todo un mundo, puede que incluso casi olvidado.

Las vacaciones muy bien :)), gracias!!.
Buenas noches, madame.
Besos.

Nikkita dijo...

Hola MJ, muchos testimonios cuentan que hasta el final de sus días, muchos supevivientes seguían teniendo pesadillas con las escenas que habían vivido en los campos. Ese miedo, en ocasiones les duró siempre.
Abrazos.

Clara dijo...

Nikkita,no sé como se puede desprender uno del horror, de la deshumanización,qué debieron sentir al incorporarse a la normalidad,cómo se sentían al buscar esas caras queridas,cuantas noches volvieron a recorrer los mismos sitios.
Les debemos el no olvidarlo nunca.Y en esto querida amiga tienes mucho que ver.
Un abrazo grande

meg dijo...

Entonces, Nikkita, no había eso que llamamos hoy stress postraumático. Pero el que estas personas debieron de sufrir seguramente duró toda su vida. No se puede olvidar el horror. No me extraña que muchos de ellos huyeran a otro continente dejando a trás todo su pasado. Era mejor no recordar.

Muy buena entrada, Nikkita. Enhorabuena. Un beso.

Capuchino de Silos dijo...

Nikkita. Gracias por venir a mi espacio y comentar.
En aquella exposición también había imágenes de esta época.

Tienes un blog muy interesante, con una historia muy dolorosa y tremenda
Muchas gracias
Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Cada uno premia el esfuerzo de los demás como mejor puede. Unos lo hacen desde el desprecio y otros procuramos hacerlo desde el cariño, al menos esa es siempre mi intención.
Una labor importante esta que estas llevando a cabo que no siempre es bien entendida.
Tienes un pequeño obsequio aquí: http://jonkepa.wordpress.com/2010/04/07/premio-blog-dorado-2/

Besos.

ANRAFERA dijo...

Imprensionantes y emotivos testimonios. Gran trabajo el que realizas para exponernos retazos de esa...tan dolorosa época. Feliz día. Un cordial saludo.

Nikkita dijo...

Clara, muchas gracias! :). No sé si alguna vez te puedes llegar a desprender, pero supongo que lo que se hace es convivir con ello.
Un abrazo grande.

Nikkita dijo...

Meg, imagino que eso va en las personas, unas lo llevan mejor enfrentándose a ello, y otras alejándose para intentar olvidar.
Un beso.

Nikkita dijo...

Capuchino, muchas gracias.
Eres una gran artista.
Un fuerte abrazo.

Nikkita dijo...

jonkepa, mil gracias por tus palabras, y por tu regalo, ya he pasado por allí :).
Besos.

Nikkita dijo...

Muchas gracias Ramón. Feliz tarde. Saludos cordiales.

meg dijo...

No me extraña que abundes en comentarios. Cada día es más interesante tu blog. Pásate por el mío del fogón de meg y recoge dos premios para tí. Un beso.

Unknown dijo...

declaraciones sorprendentes en todos los casos... no todo el mundo vive las mismas situaciones de l a misma manera, aunque una cosa esta clara,nadie tenia que haber vivido eso.

Nikkita dijo...

Meg, muchas gracias, ya pasé por allí.
Besos.

Nikkita dijo...

Oscar, totalmente de acuerdo contigo, nadie lo tenía que haber vivido.
Besos.

Higorca Gómez Carrasco dijo...

Siempre la lucha, el recordar aquello terribles y graves "días" que tuvieron que pasar con el miedo siempre presente, liberación y luego ¿Qué? Sin poder andar o mejor sin saber donde ir para seguir viviendo, para seguir siendo apátridas.

Besos y gracias por compartir estas páginas tan importantes

Nikkita dijo...

Higorca, efectivamente, primero la guerra, después la deportación, para terminar como apátridas otros cuantos años más.
Gracias a ti por pasar siempre por aquí. Muchos besos.

Elisa N Viajes dijo...

Hola querida Nikkita!
Otro testimonio excelente, y van...
Tu trabajo de recopilación es remarcable.
Espero que hayas pasado una hermosa Semana Santa.
Saludos
Elisa, Argentina

Diang Lugo dijo...

Todo esto me causa tristeza y dolor...

Realmente me impresiona todo ese infierno que vivieron esas personas, pero es necesario estar enterados para evitar que algo tan aterrador como eso, vuelva a suceder...

Besos...

Nikkita dijo...

Hola Elisa, muchas gracias:).
La Semana Santa ha sido genial, gracias.
Buen fin de semana. Besos.

Nikkita dijo...

Hola Onix, si es un infierno el que vivieron, pero creo que es justo que al menos se sepa lo que pasaron.
Buen finde. Besos.

Anónimo dijo...

Imagino que todos guardarían hasta el final de sus días o hasta hoy esos terribles recuerdos pero esa fuerza que la mayoría demostró les sirvió para seguir viviendo

Nikkita dijo...

Hola Miguel, bienvenido de nuevo!!!. Imagino, que si, esos recuerdos no eran posibles de borrar. Cada uno imagino que los sobrellevó como pudo.
Besos.

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