Tras la invasión. Antes de la deportación.
Estando en Argèles, un republicano del campo informó a una grupo que había un barco vacío en Port Vendres, llegado para cargar piedra y partir de nuevo a hacia Inglaterra. Ante el temor a ser capturados por los alemanes en el Campo, les inundó un rayo de esperanza pensando en la posibilidad de huir en ese barco, por lo que esa noche, un grupo de 30 o 40 reclusos, burlaron la vigilancia del Campo y pusieron rumbo a Port Vendres, pero por el camino, un grupo de campesinos les confundió con paracaidistas alemanes, y acabaron la noche en la cárcel de Collioure.A la mañana siguiente, los gendarmes les metieron en un camión, y les llevaron de vuelta a Argèles.
En Cornellà de la Rivière, las inundaciones destrozaron muchas tierras, lo que provocó que los vecinos del pueblo se acercaran a Argèles a buscar trabajadores para que les ayudaran con sus tierras. Antonio fue escogido por un campesino con una pequeña parcela, con el que vivió "como un rey", ayudándole en sus viñedos.
La compañía de trabajo a la que pertenecía Antonio, con 30 hombres, dormía en un caserón asignado a ellos en Cornellà de la Riviére, y se alimentaban a base de gatos, y algunas patatas que conseguían robar en el campo. Estando allí, seguían con la idea de escapar, pero las posibilidades de fracaso eran muy altas.
Cinco días después de que Pètain capitulara ante Hitler, los alemanes tomaron Cornellà de la Rivière por teléfono, y a las 10 de la mañana, llegó el primer camión de soldados alemanes, y junto a ellos, el teniente francés que había estado al mando de las labores como presos de la compañía de trabajo, que les señaló para que fuesen apresados.
Les metieron en el camión, y les llevaron a un pueblo cercano donde les esperaba un tren con rumbo a varios puntos: Nantes, Saint Nazaire, Lorient y Brest. Antonio fue a parar de nuevo a Brest, al campo de Sainte Anne.
Cada mañana caminaban 10 kilómetros desde el campo hasta la base submarina, custodiados por los capos y los SS, donde trabajaban sin descanso el día entero recibiendo a cambio solo algo de comida en la cantina, presidida por un cartel que decía "El que trabaja debe comer".
Por la noche, de vuelta en el campo, tenían que observar impotentes como los SS, para divertirse, sacaban a los judíos de las filas y los hacían meterse en el mar, lo que provocó que muchos de los que se acostaban mojados, no despertaran al día siguiente.
Una mañana de 1.941, un oficial de la SS les hizo formar, y metió a todos los amigos de Antonio en un camión para enviarlos a Jersey, isla que los alemanes utilizaban como matadero alejados de miradas y testigos. Todos fueron ejecutados allí. Antonio se libró, porque el jefe del grupo de encofradores de la base submarina le había cogido simpatía y convenció al oficial de la SS de que era un trabajador insustituible.
En 10 de junio de 1.941, es trasladado a Mont Barré, un campo más cercano a la base submarina, pero mucho peor que el anterior, sobre todo por la crueldad de uno de los altos jefes de la SS, que había sido espía de Hitler en el ejército republicano español durante la guerra civil, que aniquilaba sin descanso a todos los presos republicanos españoles en los campos. Nadie hablaba para no ser reconocido.
Durante el tiempo que permaneció en Brest haciendo trabajos forzados, Antonio vio morir a muchos, en accidente laboral, ejecutados a sangre fría por los SS, o arrojados a los perros y después rematados por los SS, por lo que se convenció de que tenia que escapar de allí y una noche lo consiguió.
Tras más de media hora arrastrándose por las oscuras calles de Brest, llegó a casa de Fernando Royan, un malagueño al que había conocido en Argéles, y al que después encontró en Brest, que le había dicho que si alguna vez escapaba fuera a buscarle, y fue quien le dio cobijo y le ocultó. Dos meses después, tras falsificar su documentación, Antonio encontraba trabajo en una empresa francesa como carpintero, trabajando en la base submarina. Rápido le llegaron panfletos antifascistas prohibidos, que eran el llamamiento a la resistencia elaborado por el partido comunista de Francia, y durante meses, se encargó de distribuirlos clandestinamente en el interior de la base. Esta actividad le resultaba reconfortante por ver cómo cargaba de moral a aquellos que clandestinamente leían el mensaje, y poco después fue a buscar al jefe de la resistencia española en Brest, Antonio Moreno, para unirse a ellos.
Cada día tras la puesta de sol se reunían en casa de Moreno. Su primer trabajo en la resistencia fue cortar la línea telefónica de una empresa alemana de carpintería metálica en la que reparaban los camiones del ejército nazi. El sabotaje era la esencia de sus acciones, pequeños al principio y llegando a dejar incomunicado al Estado Mayor de la Alemania nazi en Brest durante varias horas.
Durante una temporada, Antonio intentó reclutar más adeptos a la causa, pero no lo consiguió.
Un día Moreno les comunicó que el grupo de la resistencia española en Rennes había sido detenido, y temían que la Gestapo les hubiera identificado, con lo que su nueva misión pasaba a ser el no ser detenidos.
El 28 de marzo de 1.944, cinco agentes de la Gestapo entraron en su casa sin hacer ruido, y le detuvieron. Le metieron en un camión en el que se encontró con todos sus compañeros, menos con uno, José Borrás, que resultó ser un espía nazi infiltrado, y el que los vendió a cambio de un salvoconducto del III Reich para volver a España.
De las instalaciones del Estado Mayor en Brest, trasladaron a los detenidos a Pontagnoni, la cárcel militar marina. Allí estuvieron 5 días seguidos sin comer, totalmente incomunicados, y a oscuras, hasta que el quinto día les permitieron dar un paseo de 20 minutos por el patio. En Pintagnoni permanecieron dos semanas, y de allí, les llevaron en tren, en un vagón de carga a la cárcel de Rennes, un centro de máxima seguridad.
A esas alturas, los españoles ya habían sido tachados de "terroristas" e "irrecuperables".
En esta cárcel, Antonio comenzó a dejar de sentir miedo, y adoptó al humor como compañero, comprobando cómo su moral era contagiosa para el resto.
Poco tiempo después de ingresar en Rennes, fue trasladado a Compiègne, campo en el que se hacía "la purga" y se clasificaba a los presos antes de deportarlos a los campos de concentración o de exterminio en Alemania. El trato a los presos era brutal, pero Antonio seguía de buen humor. A los pocos dias, el 18 de junio de 1.944, identificado con el número 37951, fue deportado al campo de exterminio de Dachau.
Nikkita,
ResponderEliminarTu blog es un tratado de historia. Y de esa que no se encuentra fácilmente.
No te imaginas cuánto aprendo.
Saludos
Elisa, Argentina
Muchas gracias Elisa, es un halago viniendo de una viajera como tu.
ResponderEliminarSaludos
Hola, querida Nikkita.
ResponderEliminarMe reitero en lo que dije. La vida de este hombre da para hacer una gran película. Pero es que salía de una y se metía en otra... Otra prueba más de la tenacidad y el valor de este hombre. Todo un ejemplo sin duda.
Muchos besos
Mala suerte que te vaya a salir mal un amigo precisamente en esas circunstancias. Y las consecuencias fueron dramaticas, madame, porque menudo lugar le fue a tocar para ser deportado!
ResponderEliminarEsto resulta de lo mas ameno ademas de instructivo. Me encanta!
Feliz dia
Bisous
Qué manera de destruir al ser humano, de anular voluntades, ¡qué barbaridad!.
ResponderEliminarMuy bueno y gracias porque cada día que pasa tu blog mejora como los buenos vinos.
Un saludo.
Querido Felix, efectivamente, es un ejemplo de como crecerse ante la adversidad. Y aun no hemos acabado la historia..... se pueden sacar muchas conclusiones con su vida.
ResponderEliminarMuchos besos
Gracias madame, viniendo de vos es todo un halago. No se si llamarlo mala suerte, porque hay que tener en cuenta que en aquellos momentos cada uno sacaba lo mejor o lo peor de si mismos.... se hacían cosas sin pensar en las verdaderas consecuencias.
ResponderEliminarFeliz día.
Besos
Odoagro, muchas veces, afortunadamente quedó en un intento el hecho de anular las voluntades, porque con algunos, como este caso, no pudieron.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.
Un saludo
Creo que ya lo he dicho en alguna ocasion, pero repito que no me parece justo que nos acostumbren a conocer (en cine sobre todo) siempre a los mismos heroes y que otros pasen casi desapercibidos, por eso, tambien una vez mas te agradezco toda la información que nos ofreces.
ResponderEliminar¿No has pensado en publicar un libro?, te aseguro que seria la primera en hacerme con él.
Besinos.
Hola Fabia, estoy totalmente de acuerdo contigo, a mi tampoco me parece justo que a los personajes que os presento casi no se les conozca, igual que ya he dicho en alguna ocasión que tampoco me lo parece que se les compare a muchos de ellos con Schlindler, sin desmerecerle a él, pero creo que cada uno tiene su sitio.
ResponderEliminarMuchos besos
Por cierto Fabia, no, no me lo he planteado nunca... mira que no me veo...
ResponderEliminarBesos
Nikkita, la historia va subiendo de tono. ¡Qué madera la de este hombre!. Y qué audacia y qué aliento permanente!. Esto nos hace reflexionar. Y nos quejamos de chorradas, ¡Dios!...
ResponderEliminarTu blog está ayudando, también, a que empecemos a ver las cosas en su justa medida, y a hacernos mejores personas: en comparación con estos héroes, no somos más que borregos y tropel...
Hola meg, desafortunadamente aún tiene que subir mas de tono....
ResponderEliminarUn saludo
O sea, que cambió de identidad, falsificando su documentación, y fue después detenido.
ResponderEliminarNi cambiando de nombre se libraba.
Aún no ha llegado a Mauthausen. O sea, que aún hay más tela que cortar.
Besos, Nikkita.
Y tanto Perikiyo... antes de Mauthausen aun pasó por Dachau.
ResponderEliminarMuchos besos.
Sigo con interes el relato, ando con poco tiempo, he empezado un curso que me ocupa gran parte del día, pero siempre tendre un momento para pasarme y desconectar con tu blog.
ResponderEliminar´Quiza algún dia no pueda o aunque lo lea no escriba nada, pero ten seguro que seguire visitando y aprendiendo contigo. Gracias y un saludo!!
Horrible...
ResponderEliminarConozoc a alguien aqui que se llama borras de apellido, de origen español (alicante) y de ideas de derecha bien derecha...que casualidad, no me extrañaria nada que estubiera relacionado. Ya le preguntare como se llamaba su padre y sus tios
Pues si que es casualidad, pero aunque fuera familiar, no creo que tenga nada que ver con lo que hizo José Borrás.... si lo fuera, desde luego no es para estar muy orgulloso de él.
ResponderEliminarBesos