Dachau
En Compiègne, en junio de 1.944, metieron, a patadas, en un vagón de tren, pequeño, sin ventanas ni asientos, a más de 100 personas con destino a Dachau.
El viaje duró tres días y dos noches, teniendo que respirar lo justo porque se agotaba el oxígeno, pasando mucho calor, perdiendo incluso, a veces, la consciencia, y aglomerados hasta el punto de ver solo "carne". Los alemanes les dieron una ración de pan, y un trozo de salchicha, pero nada de agua. Cuando la masa humana se desplazaba, aplastaba a quien estaba junto a alguna de las paredes del vagón, el resto, "volaba".
Para sus necesidades, tenían una lata roja de 5 litros para todo el vagón, por lo que era inútil...
No sabían si era peor el silencio, que permitía oír los gemidos o el llanto colectivo, o que alguien se pusiera a gritar volviendo loco al resto. Las paradas del tren eran aún peor, duraban cerca de 10 horas, pero no les dejaban salir del vagón, permanecían dentro, aguantando como podían, los que podían. Un general francés que iba en ese mismo vagón, gritó que nadie comiera. Los que le hicieron caso, como Antonio, se guardaron el pan y la salchicha en el bolsillo, y evitaron deshidratarse aún mas.
En una de las paradas, un ferroviario alemán les lleno la lata de excrementos de agua, lo que les dio igual, algunos se quitaron una bota que llenaron de agua y la fueron pasando al resto.
El viaje era para no llegar vivo, pues por aquel entonces los campos estaban a rebosar y los hornos crematorios no podían incinerar cadáveres al ritmo que asesinaban los SS, no había tiempo para enterrar a tantos en las fosas comunes y había que economizar la maquinaria exterminadora dentro de los campos, y repartir a los muertos.
El siguiente convoy que salió de Compiègne llego a Dachau cargado de cadáveres. Quien no murió aplastado por la masa, murió deshidratado, y otros, se mataron entre ellos desquiciados por la sed, que los convirtió en salvajes.
Al llegar a Dachau, les recibió a pedradas una multitud formada en su mayoría por mujeres y niños, atraídos por la noticia de la llegada de los terroristas extranjeros.
Extenuados por el viaje, salieron, los que fueron capaces de hacerlo, del vagón, escuchando los gritos de la jauría humana, tratando de esquivar las piedras. Muchos de los que habían logrado salir con vida del tren no pudieron resistir el recibimiento.
A pocos kilómetros del campo de Dachau, Antonio vio a los primeros presos, vio por primera vez los trajes de rayas, las cabezas rapadas, los distintivos, y los cuerpos cadavéricos de los que percibía su agitación, nerviosismo y terror a los SS.
Al pasar por una obra, vieron una barrica con agua y se lanzaron a beber. Los SS cargaron contra el grupo que intentaba beber con tal saña que mas de la mitad cayeron heridos.
Dachau era un campo de primera categoría, es decir, diseñado originalmente para adiestrar y rehabilitar, no para exterminar, aunque se cometieron muchas atrocidades igualmente.
Lo primero que vio Antonio al entrar en el campo fue la Apellplatz, el patio central. Estaba hecho un barrizal por las lluvias y sin pensarlo se tiraron todos al suelo a beber mientras los SS se divertían viéndoles como animales.
Dachau fue el primer stalag que albergó a presos. Cuando Antonio llegó era grande y viejo, rodeado de alambradas eléctricas. Allí solo comían nabos, remolachas, un trozo de pan y un cazo de agua sucia por persona.
Los jueves, les daban una patata cocida, y era el mejor día de la semana en el que incluso bromeaban llevados por la alegría. Antonio se iba aparte y se recreaba durante el ritual de comer la patata.
En Dachau, le asignaron una barraca liderada por un capo ruso, condenado por delitos comunes, tan sádico como los ss, que se jactaba de haber matado muchos españoles por el simple placer de matar.
Antonio pronto averiguó qué era una construcción maquiavélica con una chimenea prominente, que el pensaba formaba parte de una fábrica abandonada: "El olor a carne chamuscada que inicialmente despertó el rugido de nuestras tripas carentes de alimento, se convirtió, una vez destapado el pastel, en una sombra pegajosa adherida a nuestra alma".
Los cadáveres eran transportados en carretillas hasta el horno, donde los apilaban en montones junto con los muertos en vida que, agonizantes, eran lanzados allí, por error o intencionadamente.
Durante días, Antonio trató de serenar su alma entonando sus canciones, hasta que fue consciente de lo que allí sucedía... "Desde entonces soy el mismo, pero otro".
Dormían dos hombres por cama. Seis por litera.
Las primeras semanas las pasó sin hacer nada. A eso de las 7 de la mañana les sacaban a la plaza, y ahí permanecían durante horas, inmóviles, bajo el sol.
Tras tres semanas, Antonio fue enviado en un comando de trabajo a Munich a desenterrar las bombas de los aliados que no habían explotado. Trabajaban en parejas, y a Antonio le toco un simpático joven de Ciudad Real, con el que pudo reavivar su buen humor y reanudar sus canciones y silbidos.
A mediodía les daban de comer en una cantina, momento en el que volvían a sentirse un poco mas personas por poder comer con platos, vasos y cubiertos.
Durante tres días, los alemanes hicieron una "limpieza étnica" en el campo, convirtiéndolo en un matadero frenético, tras los cuales, empezaron a organizar grupos a los que hacían desfilar fuera del campo, y no volvían.
El 5º día, Antonio entró a formar parte de uno de estos grupos. Fue el único español seleccionado. El miedo se apodero de el.
Uff me tienes con el alma en vilo con este hasta ahora desconocido luchador por la vida.
ResponderEliminarIncreible testimonio.
Saludos!!
Una cosita más.. en valoración, en este blog, no deberia ser interesante o aburrido sino interesante o interesantisimo.
ResponderEliminarBuen día!!
Ya no queda mucho Gil de Luna, en breve llega a Mauthausen.
ResponderEliminarJa ja ja cambiaría la valoración, pero dejaríamos sin opción de dar su opinión a quien no se lo parezca.
Buen dia.
Besos
¡¡¡que interesante está el relato!!! lo que me enfurece es que la mayoría de los responsables de estas atrocidades al final de la guerra les salió demasiado barato y solo se castigó a unos pocos...
ResponderEliminarGracias Jose Luis. Llevas razón, pero también muchos de ellos ni siquiera fueron conocidos después, porque cayeron a manos de los presos el dia de la liberación.
ResponderEliminarSaludos
Ay por dios, que tormento.
ResponderEliminarCómo tenía que ser para llegar a sentirse dichoso con una patata cocida. Y que fortaleza la de ser capaz de sobrevivir a todo eso con tan pocas fuerzas como permitian la mala alimentacion y el sadismo con el que eran tratados.
Pero esa gente que los recibia a pedradas, no se daban cuenta de que no podia haber tantos terroristas extranjeros. No llegó a parecerles excesivo, a sospechar que algo raro estaba pasando alli?
Madame, cada dia, en cuanto puedo entrar al blog, vengo corriendo a mirar si ha actualizado. No me pierdo la continuacion por nada.
Feliz jueves
Bisous
Pues si Madame, el "ritual" de comerse la patata era una forma de alargar un momento de gozo.... y la gente, que deciros, es el resultado de la manipulación de las masas, algo en lo que Hitler era experto.
ResponderEliminarFeliz jueves.
Besos
Querida Nikkita.
ResponderEliminarEsos viajes en tren hacia los campos de la muerte debian ser aterradores. Tuve la ocasión de ver "El último tren a Auswichtz" y quede con una desazón horrible de imaginar en que condiciones viajaban...
Por lo demás, la vida de este hombre sigue marcada por el sufrimiento y el valor, y las imagenes que muestras, aunque crudas, no son más que el reflejo de lo que allí sucedía, por lo hay que mostrarlas para que no vuelva a suceder.
Muchos besos
Hola Felix, si lo eran, para que te hagas una idea, si uno en una punta del vagón se movía un poco para cambiar de postura, se producía un efecto dominó que afectaba al último de la otra punta del vagón. Estos viajes eran tremendos, y como dice Muñoz Zamora, eran para "no llegar vivos".
ResponderEliminarLas fotos, bueno, no estoy subiendo las más crudas para tampoco herir susceptibilidades que provocaría perder el foco de lo importante, el protagonista.
Besos enormes.
que ganas de ller la siguiente parte, pero que pena por el cada vez que leo una parte.
ResponderEliminarSlaudos Nikkita
Vaya paliza que te has dado hoy a leer Oscar. Espero que ya estés recuperado. Mañana mismo tienes la continuación.
ResponderEliminarSaludos
Es escalofriante el hecho de que, recién llegados al campo, les abriera el apetito el olor de la carne quemada, hasta que supieron de dónde venía.
ResponderEliminarVa empeorando la historia de este hombre.
Besos, Nikkita.
Bueno Perikiyo, es la consecuencia del hambre que estaban pasando, además de no imaginar ni remotamente de donde venía el olor.
ResponderEliminarBesos
Este fin de semana prometo ponerme al día. Ha sido una semana muy liada
ResponderEliminar¡Dios mío! Beber de un barrizal para calmar la sed. Y la ironía descarada de llamar Plaza de la Manzana a aquel sitio siniestro.
ResponderEliminarDe verdad, nadie sabe la capacidad de aguante que tiene el ser humano, pero estas historias lo van descubriendo. Y quien resiste, gana, que decía Cela. Pero en este caso resistir era seguir viviendo. Nada más y nada menos.
De verdad, estoy nerviosa por conocer el final de la tortura de este héroe hasta ahora anónimo. Gracias Nikkita, por descubrirnos a personas que merecen nuestro homenaje.
Miguel ya lo sabía, te he ido siguiendo, no hay problema.
ResponderEliminarSaludos
El ser humano tiene mucha más capacidad y aguante de lo que imaginamos meg.
ResponderEliminarUn saludo
Hola, tocas en tu blog un tema que siempre me ha interesado y sigue interesandome.
ResponderEliminarEs un tema tristemente desgraciado, seres como esos no merecen ser llamados seres humanos, porque fueron monstruos.
"La lista de Schindler", refleja a la perfecion lo ocurrido en aquel momento, si no has leido ese libro te aconsejo que lo leas, a ti y a todos..
saludos
Hola MJTH, me alegro que te resulte interesante. Si he leído la lista de Schindler, pero si miras por el blog, encontrarás mucha más gente, que hizo una labor tanto o incluso más grande que él, pero que no son tan populares. Encontraras historias que también reflejan a la perfección lo que sucedió, desde la vivencia de los españoles.
ResponderEliminarBienvenida.
Saludos
Ay Nikkita, me cuesta terminar de leer. Y las fotos... son devastadoras.
ResponderEliminarSin embargo, estoy convencida que hay que saber y recordar para que este capítulo terrible de la historia no vuelva a suceder NUNCA.
Cariños
Elisa
Cierto Elisa, es necesario, y si él fue capaz de sobrevivir a esto y rehacer su vida, solo leerlo no es nada.
ResponderEliminarMuchos besos.